Después de decir eso, inmediatamente comenzó a vomitar hacia el
exterior.
—B-Bien!... ¡¿Y tú, amigo?! —preguntó Cleman mirando hacia
atrás.
—Estoy bien...
Belton estaba con los ojos cerrados y se le notaba un poco
adolorido. Él llevó una mano a su nuca, la masajeó y dijo: solo... saldré un
momento.
—¡Espera!... ¿Por qué? —preguntó el detective con preocupación,
mientras veía a su compañero salir torpemente del vehículo.
—¡Confía en mí! —respondió Belton desde unos metros.
El agente fue a recoger algo del asfalto. Ellos se encontraban en
medio de un gran cruce peatonal, y a su alrededor se extendían cinco calles.
Para su suerte, ya no había nadie en esa zona, pero a lo lejos se escucharon
los disturbios y disparos. Sam volvió a meter la cabeza dentro del vehículo,
y cerrando de nuevo la ventanilla, se secó la boca, diciendo: odio los autos
de policía.
Cleman dibujó una sonrisa cuando escuchó eso.
—En la guantera suele haber botellas de agua... Puedes revisarla.
—Bu... Bueno. —Samuel abrió el pequeño compartimento—.
¡Tiene razón, señor!... ¡Encontré una botella!
El chico se dispuso a beber en tanto Robert observó lo que hacía
Belton allí afuera.
—Así que no te gustan los vehículos policiales.
Samuel negó con la cabeza mientras seguía bebiendo de la botella.
—A propósito... ¿Qué ocurrió con el automóvil que estacioné cerca
de tu casa?
El chico casi se ahogó por esa pregunta tan repentina. Este tosió
varias veces y volvió a tapar el envase, guardándolo rápidamente en la
guantera.
—Esa es... —Sam miró hacia otro lado para evitar la pregunta—,
una larga historia.
—¡Oye, mocoso! ¡Cuando toda esta locura termine!... ¡Tú y Morgan
tendrán mucho que expli...