volvió a mirar rápidamente a la cámara.
—¡Bueno!... ¡Debo darme prisa! ¡No dejaré que la toquen!... ¡La
esconderé en el armario! Ojalá puedas ver este video... Adiós, Sam.
Él siguió sollozando en silencio. Se cubría la cara mientras
Esmeralda lo abrazaba desde atrás sin saber qué hacer. La chica no estaba
acostumbrada a dar esas muestras de afecto. En ese momento nadie decía
nada. Después de unos minutos, Sam finalmente secó sus lágrimas y miró
con seriedad el suelo metálico.
—Mi abuela... ¿Ella se encontraba en la habitación cuando me
desmayé?
Todos guardaron silencio al escuchar esa pregunta.
—¡¡Detective Cleman!... ¡¡¡Responda por favor!!! —exclamó
Samuel golpeando el suelo con fuerza.
—S-Sí —Robert dudó por un momento—. Justo como dijo tu
amiga, tu abuela se encontraba oculta en el armario. Se hallaba intacta y no
tenía ningún rasguño, pero ya estaba muerta cuando la hallamos.
Los brazos del chico se debilitaron al oír eso. Esmeralda estaba
arrodillada, sujetándolo desde atrás. Él ya se esperaba esa respuesta, pero
aun así fue muy duro escuchar la confirmación. Sam tragó saliva, todavía
esperanzado de que por lo menos pudiera ver su cuerpo.
—¿La trajeron?
Samuel miró a Cleman, este solo guardó silencio. El chico cambió
su expresión al ver que el detective ni siquiera se atrevía a mirarlo a los
ojos.
—¿Q-Qué... ocurrió? ¿Dónde está... mi abuela?
Sam estaba muy impaciente. Entonces Belton se acercó y comenzó a
hablar.
—Niño, nosotros te recogimos cuando te desmayaste, y después de
hacer un chequeo de la habitación, encontramos a tu abuela en el armario.
Luego salimos inmediatamente subiéndolos a ambos al vehículo, pero por
el camino...
El agente no pudo seguir hablando. Así que Cleman suspiró y
continuó con el relato.