daño gracias a sus escamas, pero lo molestaron lo suficiente como para que
este se enardeciera y atacara a sus compañeros.
—¡¡¡Idiootaaaaas!!! ¡¡¡Yo no soy el enemigo!!! —exclamaba el
coloso con mucha furia.
El titán comenzó a golpear y a matar sin control a muchos de sus
subordinados, a la vez que buscaba desesperadamente a Morgan. El limario
sonreía al ver que su plan funcionó, y aprovechó la confusión para ocultarse
entre los arbustos.
Cleman y los demás todavía se hallaban dentro de la base
subterránea.
—Señoritas, debemos salir de aquí. Este lugar podría derrumbarse
en segundos —dijo Lu a Abigail y a Cloe con amabilidad. Él las ayudó a
incorporarse, entonces sugirió—: Busquemos otra habitación.
El detective Cleman todavía tenía bastante sangre en la cabeza, este
extendía su mano a Susan, quien estaba arrodillada en el suelo.
—Vamos, señora, levántese.
—¡¡Pero mi esposo!! —gritaba ella con lágrimas.
Abigail tampoco quería desprenderse del cuerpo de su padre, pero
mucho menos deseaba ver a su madre morir.
—¡Señora! ¡Por favor!... ¡Ya es muy tarde! —insistió el detective.
Lu era consciente de que allá afuera era incluso mucho más
peligroso por causa del fuego, la balacera y los escombros, pero el gemelo
tenía algo en mente.
—¡Escuchen todos! ¡No hay tiempo!... ¡Tenemos que salir de aquí!
—¡Bien! ¡¿Qué haremos?! —preguntó Cleman.
—Yo... tengo un plan —dijo Lu con una media sonrisa.
Návila se arrastraba desesperada intentando huir de Esmeralda, pero
la furiosa chica nuevamente pisó la herida de su tobillo, produciendo un
inmenso dolor en la mujer.
—No te lo perdonaré... No perdonaré que hayas matado a Sam.
Esta la tomó del mentón y miró directamente a sus ojos con el ceño
fruncido. Návila comenzó a llorar muy adolorida, entonces la chica
presionó la pistola de plasma contra su frente para asesinarla, sin embargo,
por un instante vinieron a su mente los últimos segundos de Sam; segundos