El gemelo sostenía en lo alto la enorme piedra, entonces la
sentenció.
—Esto es por Sam.
Un potente rayo de plasma impactó contra él justo antes de
aplastarla, haciendo que este saliera expulsado del lugar. La roca cayó a un
costado de Návila, quien, confundida por lo que acababa de ocurrir, miró
sorprendida a su alrededor, pero, para su mala suerte, Esmeralda fue quien
la salvó. Ella sostenía una pistola de plasma, entonces comenzó a hablar
con la voz raspada.
—Lucas, eso fue por tomar el SRI sin mi permiso. Además, si
alguien va a matar a esta perra..., esa seré yo.
Esmeralda tenía bastante sangre encima, además de varias heridas
por esquirlas que rozaron su cuerpo durante las explosiones. Ella rengueaba
y se acercaba lentamente a Návila. Kun, quien estaba en el suelo a unos
treinta metros de ellas, había escuchado el disparo. Desde esa posición pudo
observar a las dos mujeres entre las ruinas de la fábrica.
—¡¿Qué carajos?! —exclamó el pelirrojo al ver a Lucas salir
volando y chocar contra los escombros.
Kun intentó ponerse de pie, y una vez que lo hizo, volteó
torpemente en dirección al bosque. Desde allí divisó a Morgan y vio cómo
golpeaba a Nordok a la altura de su rostro una y otra vez. El coloso se
cubría formando una equis con sus brazos, mientras que su piel escamosa y
anaranjada se desprendía y se rompía por cada golpe del limario.
Morgan aumentaba furioso la intensidad de sus puños.
—¡Pre... Preparen! ¡Apunten!... ¡Fuego! —ordenó titubeando otro
de los soldados.
Inmediatamente sus camaradas abrieron fuego contra ambos, pero
Morgan sonrió al escuchar esa orden, debido a que ese fue su plan desde el
principio. Anteriormente él se percató de que los soldados habían disparado
indiscriminadamente cuando estaban en el baldío, sin importarles que
Nordok estuviera con ellos. Por eso supuso que estos harían lo mismo
nuevamente.
Las ráfagas comenzaron a salir, entonces Morgan saltó para que así
los proyectiles impactaran contra el titán. Esas balas no le hicieron tanto