estupefactas de los colosos, quienes ni siquiera terminaban de asimilar
aquello.
Los orains se sorprendieron aún más cuando vieron salir del búnker
a tres seres grises muy extraños. Estos tenían un aspecto insólito; estaban
completamente rapados y no tenían vello corporal, llevaban vestimentas de
color azul marino, largas y ligeras. También tenían sandalias negras de
cuero, y envainaban espadas en sus cinturones. Además del arma punzante
en su costado, uno de ellos poseía una trompeta hecha de cuerno.