El Colombiano - 27.03.2020

(Chris Devlin) #1

VIERNES, 27 DE MARZO DE 2020 OPINIÓN 21


¡UNIDOS O HUNDIDOS!


Por CRISTINA DE TORO R.
[email protected]


FOTO JAIME PÉREZ

Empiezo por confesarles a los
amables lectores que estuve
muy tentada a no escribir co-
lumna porque después de casi
dos semanas de solitario en-
cierro (la primera voluntaria y
la que va del obligatorio),
viendo, oyendo y leyendo
cuanto se ha publicado sobre
esta pandemia del covid-19,
sobre esta guerra del mundo
contra ese enemigo invisible
que jamás en mis ya largos
años de vida imaginé siquiera
pudiera presenciar, y que tie-
ne, quiérase o no, sumido el
mundo en el dilema de la sa-
lud versus la economía, y lue-
go de pasar por todos los esta-


El covid-19 es una pandemia
que viene afectando la hu-
manidad con graves conse-
cuencias en todos los cam-
pos de la actividad. Es un
mal grave de proporciones
inimaginables, que ha pues-
to al ser humano y a las so-
ciedades en una profunda
situación de crisis.
La crisis individual y so-
cial originada por el covid-19
es tan profunda, que como
todas las grandes crisis en la
historia, obliga al ser social a
reinventarse y a la comuni-
dad a crear nuevas estrate-
gias de convivencia. El coro-
navirus hace que el hombre
deba replantear su forma de
ser y de actuar como indivi-
duo y como miembro social,
entre sus muchos efectos,
por los siguientes:


  1. Demostró que el ser
    humano no está preparado
    para una crisis de tales pro-
    porciones, obligándonos a
    ser imaginativos, generar
    nuevos sistemas de solidari-
    dad y recuperar el valor su-
    premo de lo simple: El cui-
    dado de la persona en su
    vida y desarrollo integral, de
    los valores familiares y las
    bondades y riesgos de la
    convivencia. Ha originado
    un nuevo sentido de la soli-
    daridad. Todos por igual, sin
    importar estrato social y
    económico, raza, religión,
    ideología, estamos ante un
    enemigo al cual hay que ha-
    cer frente común. Este men-
    saje es especialmente valio-
    so para sociedades jóvenes
    como las nuestras. La angus-
    tia por la posible falta de ali-
    mentos y drogas y por el ais-
    lamiento social, ya se cono-
    cía por las viejas sociedades
    europeas y asiáticas, pero no


El coronavirus hace
que el hombre deba
replantear su forma
de ser y de actuar
como individuo y
como miembro
social, entre sus
muchos efectos.

FOTO OPINIÓN

¡GRACIAS! DURANTE ESTA EMERGENCIA SANITARIA LOS
ASEADORES DE MEDELLÍN SIGUEN LIMPIANDO LA CIUDAD,
AYUDANDO A LA SALUD DE TODOS CON SU LABOR.

CARTAS A LA DIRECTORA

UN MOMENTO PARA REAFIRMAR DE QUÉ ESTAMOS HECHOS


Por JUAN CARLOS LOBO


Ninguno de los escenarios pro-
puestos en los planes estratégi-
cos que construimos de mane-
ra conjunta con empresas de
diversos sectores durante los
pasados 3 años, contempló en
el horizonte 2020 una situa-


ción como la que hoy en día es-
tamos viviendo. Esta pandemia
nos plantea dos retos:
1.Un reto a nuestra capaci-
dad de actuar como sociedad
global para favorecer la supervi-
vencia de la raza humana.
2.Un reto a nuestra capa-
cidad de adaptación al mun-

do pos-covid-19.
Este momento nos brinda
la posibilidad de construir las
oportunidades del mañana, de
reafirmar de qué estamos he-
chos. Nosotros somos la razón
de ser de nuestros antepasa-
dos, todos ellos preexistieron
para procurar nuestra existen-

cia, no podemos defraudar sus
memorias, debemos estar a la
altura del momento histórico
que nos corresponde vivir.
Esta pandemia nos impacta-
rá a todos, en mayor o en menor
grado desde el punto de vista
económico, pero como sociedad
y desde el punto de vista perso-

nal, cada uno de nosotros debe
garantizar que dicho impacto
sea lo más positivo posible, para
ser mejores personas, mejores
jefes, mejores empleados, mejo-
res hijos, mejores padres y ma-
dres, mejores esposos, etc.
Por nosotros, nuestros hijos
y las generaciones futuras ■

dos de ánimo por los que un
mortal común puede pasar
cuando se ve abocado a tan te-
nebrosa realidad, no me creí
en disposición para escribir.
Sin embargo, en algún
momento sentí que tenía la
obligación de hacerlo, que te-
nía que aprovechar esta tribu-
na para expresar cuánto agra-
dezco a Dios por permitir que
esta desgracia que nos sobre-
vino nos cogiera, al menos, en
manos de un mandatario
como el presidente Iván Du-
que, y para agradecer tam-
bién, a todos esos hermanos
colombianos que, desde el lu-
gar que cada uno ocupa, están
entregando lo mejor de sí
para tratar de que nuestro
país salga de esto lo más bien
librado posible.
Contamos con un presi-
dente joven, con una gran ca-
pacidad de trabajo, un hom-
bre bueno, sereno, mesurado,
coherente, que está rodeado
por un gran equipo de gobier-
no, un individuo que no se
detiene en vanidades, que no
está buscando nada diferente
al bienestar de los colombia-
nos y merece que lo rodee-
mos y le brindemos todo
nuestro apoyo.
Que lo acompañemos en
las dificilísimas decisiones
que está teniendo que tomar,
puesto que cualquiera de las
que sean elegidas acarrearán,
sin la menor duda, altísimos
costos políticos y económi-

cos, pero todas ellas con el fin
de protegernos.
Estamos en guerra, una
guerra muy peculiar en la que
todos los ciudadanos somos el
potencial enemigo del otro, en
la que sin saber, estamos todos
contra todos y, por ende, todos
susceptibles de caer abatidos.
Una guerra viral, con un ene-
migo artero, silencioso y letal,
que apenas está comenzando y
que muchos aún se resisten a
creer. Sin embargo, aquí está y
ya cobró las primeras víctimas,
y que a pesar de todo cuanto se
ha hecho y se siga haciendo,
tendrá efectos devastadores en
muchos campos.
Es hora, entonces, de unir-
nos (en la distancia), de zanjar
de una buena vez, esa grieta
infame creada y alimentada
por la siniestra, ese sector po-
lítico que ni viendo al país ha-
ciendo frente a la crisis más
grande su historia, renuncia a
cosechar réditos pensando en
futuras campañas electorales.
El reto que enfrentamos en
descomunal, pero somos un
país de gente buena (en su in-
mensa mayoría), recia, lucha-
dora, capaz de salir adelante,
como lo hemos hecho en
otras ocasiones.
Yo los convoco hoy a que
afrontemos con generosidad,
con disciplina, con amor pa-
trio, este momento que nos
deparó el destino (o la Chi-
na), porque o nos ¡unimos o
nos hundimos! ■

tanto en las nuestras.


  1. También ha servido la
    pandemia para evaluar a ni-
    vel interno y externo, el gra-
    do de desarrollo de los entes
    políticos para atender los re-
    tos de la modernidad. Los al-
    cances reales de la Onu y de
    la OMS, su capacidad de
    reacción y de imposición. El
    funcionamiento de los órga-
    nos estatales. Por ejemplo,
    en Colombia, el Congreso
    funciona con fundamento
    en un reglamento, sin previ-
    sión alguna que permita
    adelantar procesos legislati-
    vos con los avances de la
    tecnología informática. Algo
    similar ocurre con la admi-
    nistración de justicia.

  2. El coronavirus aceleró
    el tránsito hacia la imple-
    mentación de la virtualidad
    en el trabajo y la educación,
    en su etapa inicial del tele-
    trabajo y la teleconferencia.
    La virtualidad dividió “men-
    talmente” la humanidad en
    dos grupos: Los expertos en
    las nuevas tecnologías, quie-
    nes asumen los avances tec-
    nológicos como un monopo-
    lio de su generación, con su-
    puesto permiso moral para
    descalificar a quienes no son
    avezados en lo tecnológico
    (normalmente personas ma-
    yores). Por otra parte, en-
    contramos un grupo de indi-
    viduos, (los mismos mayo-
    res), en alto o menor grado,
    reacios a utilizar avances tec-
    nológicos. Ni los unos, ni los
    otros. Lo que se está vivien-
    do, con el inicio a la educa-
    ción virtual y el teletrabajo,
    demuestra que los instru-
    mentos virtuales no son tan
    complejos para que los ma-
    yores no los puedan asimilar
    y utilizar, ni para que los jó-
    venes los asuman como su
    patrimonio exclusivo. Todos
    podemos acceder a dichas
    herramientas, saber y acep-
    tar que su uso es convenien-
    te para todos y que la falta de
    voluntad es el único obstá-
    culo para su utilización ■


EN VOZ ALTA


EL OBSERVADOR

LECCIONES
DEL COVID-19
Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J.
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