El Mundo - 18.03.2020

(sharon) #1
EL MUNDO. MIÉRCOLES 18 DE MARZO DE 2020
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P R I M E R P L A N O


En el quinto día de confinamiento ya sé lo que suce-
de, más o menos, a cada hora en punto. Al menos
en mi calle. A las 12.00 horas, el himno nacional con
los ¡vivaespaña! fervorosos de unos cuantos vecinos
comprometidos con la animación a distancia de las
aceras. A las 13.00, algunos hits siempre sorpren-
dentes por su desuso. Y a las 20.00, los aplausos ne-
cesarios a los profesionales de la Sanidad Pública,
seguidos (innecesariamente) de unas friegas de Pa-
quito El Chocolatero y una selección premium del
contagioso legado de Manolo Escobar. Esta costum-
bre no ha fallado hasta ahora y uno, que siempre
mira hacia delante por no caer de espaldas, piensa
en qué sucederá cuando la vida se normalice, por-
que de algún modo lo hará, y desaparezcan algunas
manifestaciones colectivas. En fin.
Este tiempo flotante está revelando cosas que
desconocía. Ahora que no nos vemos, que no nos
tocamos, que no nos tenemos,
detecto un fuerte apetito huma-
no por lo humano. Extraño los
lugares de donde no hace tanto
escapaba deseando entrar en
casa. Y la casa, que era meta y
ansia, ahora despierta terror y
hasta temo que su buena fama
sea falsa. Solo podemos adorar
aquello que hemos perdido.
Estoy leyendo algo extraordi-
nario en dosis de apnea altísi-
mas: Viaje alrededor de mi habi-
tación, de Xavier de Maistre
(1763-1852), un militar saboya-
no que fue confinado en su casa
durante 42 días por asunto de
duelos y en ese tiempo decidió
no volverse loco estableciendo
una fabulación en 42 capítulos,
cada uno dedicado a los objetos de su cuarto. To-
dos esos cachivaches se convirtieron por obra y
gracia de la literatura en elementos de asombro y
expectación. Para qué otra cosa vale esto de escri-
bir lo que se ve, o lo que se intuye, o lo invisible.
A las 13.30 he intentado mantener una charla
con los amigos por videoconferencia. Habíamos
quedado con cierta liturgia. Es una forma como
otra cualquiera de esquivar el vacío. La vida no se
llena solo con lo que cabe en casa. Es más: si lo

piensas, la vida se hace con casi todo lo que no es-
tá. A mí me sucede.
La cita con los amigos ha sido un rotundo fra-
caso porque la señal de internet era escasa y nos
escuchábamos todos a la vez. Quizá es que hablá-
bamos todos a la vez. Hemos desistido y uno a
uno nos desconectamos sin despedirnos, para
qué. Yo salí con la cerveza al balcón, donde em-
piezo a hacer un poco la vida. Extraño oficio el
que tengo ahora, además de escribir en el periódi-
co domestico soledades. Mi mujer trabaja en lo
suyo tan concentrada que no necesita tanto echar
la cabeza fuera. Ella prefiere la comba dentro.
Tuve que bajar un momento a por huevos.
Exactamente 11 minutos. De una de las ventanas
de Arenal colgaba una sábana reciclada: «Corona-
viru. Hijo de Puta». No quedaba sábana para la S.
Qué más da. Sabemos a quién se refiere. La sole-
dad de la calle es una agresión.
Así lo siento. En el rato de llegar
al supermercado pensé que el
centro de Madrid suena a pue-
blo, pero es una exageración
porque cualquier pueblo no es-
tá tan a la torrentada de los días
como lo está ahora la ciudad,
tan quieta de proyecto. Y al vol-
ver a casa, Arenal abajo, sentí
una incomodidad. Esta vez por
exceso de voz. Una mujer ha-
blaba por teléfono, íbamos en la
misma dirección y a varios me-
tros de distancia el uno del otro,
pero escuchaba lo que decía, sa-
bía en ese momento cuál era la
hoguera de su vida o de su día.
Estas cosas no sucedían antes.
O no de esta manera.
A las 19.53 ya había escuchado a Pedro Sán-
chez hablar. Y le creí. Y me alivió. Y ojalá. Había
leído otras cuantas páginas. Había enviado el ar-
tículo al periódico (no éste, otro). Y regresé al
balcón con la noche ya ondulándose, dando
vueltas al bloque de tiempo que aún queda por
delante. De la oscuridad emana un silencio. Eso
antes significaba paz. Incluso bienestar. Incluso
seguridad. Ahora a las 20.00 suena a los gritos
Manolo Escobar.

La hora del


‘vivaespaña’


Una de las pancartas que cuelgan de un balcón de la calle Arenal, en Madrid. ANTONIO LUCAS


INQUILINO DEL KM 0 (V)


ANTONIO LUCAS


Este raro tiempo flotante está revelando cosas que
desconocía, como un fuerte apetito humano por lo humano

propietarios de las naves y ahora
están intentando negociar par
aplazar pagos», explica Ortiz.
Del resto de las 800 empresas
un 15% han cerrado y el resto tra-
bajan a un 20% del rendimiento
habitual. «El problema es que no
hay casi pedidos porque la activi-
dad está parada, lo que va a abo-
car a la mayoría de empresas a
hacer ERTES», señala Ortiz.
En el corredor del Henares no
hay tampoco ninguno de los 115
polígonos industriales cerrado
por completo debido a que no hay
áreas sectoriales entre las 20.000
empresas existentes. «En todos
los polígonos hay un almacén, un
concesionario o un taller de re-
puestos que siguen abiertos aun-

que con una actividad muy baja»,
aseguran desde la AEDHE (Aso-
ciación de Empresarios del Corre-
dor del Henares).
En el polígono de Vallecas Villa
el ajetreo también ha bajado mu-
cho en empresas como la ONCE,
donde ahora solo trabajan 30 de
los 600 empleados al anularse la
venta del cupón diario. Sin em-
bargo, mantienen por completo
su actividad otras empresas dedi-
cadas a la lavandería o al reparto
y distribución de mercancías. «El
problema que tenemos ahora es
que no tenemos dónde ir a comer.
En estos sitios si se debería dejan
al menos un restaurante para pe-
dir la comida a domicilio», recla-

ma Juan, repartidor de Seur.
En el polígono de Alcobendas
ya quedan muy pocas industrias
como las de hace años y la mayo-
ría de empresas se dedican a acti-
vidades que permiten el teletraba-
jo. «Tenemos farmacéuticas y un
call center que mantienen una ac-
tividad plena y hay dos parques
empresariales en los que la mayo-
ría de la gente trabaja a distan-
cia», señala Luis Suárez, secreta-
rio general de AICA, Asociación
de Empresarios de Alcobendas.
«Tenemos las puertas cerradas
para evitar multas pero espera-
mos pedidos», aseguran en otra
empresa de la zona norte que
ejerce la actividad casi de forma
clandestina ya que no tiene per-
miso para abrir en el actual esta-
do de alarma.
La situación en el polígono P29
de Collado Villalba es muy acia-
ga. Solo una veintena de las 500
empresas está abierta. «Se salvan
las tiendas de alimentación, la
farmacia y los supermercados, el
resto estamos condenados a ce-
rrar y el problema es que el futu-
ro que se cierne es complicadísi-
mo», apunta el empresario Javier
Ortez.
En el polígono Európolis de Las
Rozas ha llegado la debacle. El
90% de las tiendas está cerrada y
solo están abiertos los talleres de
vehículos. «Es la ruina para mu-
chos negocios. Hay pedidos blo-
queados y la venta por internet de
estos productos es casi nula», ex-
plica Manuel Iglesias, propietario
de una tienda de sofás.
Igual sucede en el polígono Ur-
tinsa de Alcorcón o en el polígo-
nos Butarque de Leganés. La ma-
yoría de trabajadores de una em-
presa de aluminio aseguran que
tiene trabajo para una semana.
«Teníamos muchos pedidos pero
la gente los han anulado ya que
han pospuesto las reformas de la
casa muchas personas que tenían
previstas chapuzas. Si esto sigue
así seguro que nos vamos la ma-
yoría a la calle», señala Manuel,
uno de los empleados.

por baile, cardio, abdominales, bo-
dy combat o funcional. Incluso hay
hueco para una específica para ma-
yores y una de baile con niños.
«Hay un poco de todo para que na-
die se quede fuera y todos podamos
movernos en estos días de encierro
que nos quedan», afirma Álex.
«Es una buena forma para de-
mostrar que cualquier cosa sirve
para hacer deporte y estar saluda-
ble», aseguran estos monitores que
proponen sentadillas con paquetes
de pasta como peso, ejercicios de
fuerza con bricks de leche y bote-
llas de agua o planchas de abdo-
men con rollos de papel higiénico.
«Si es que quedan», bromean so-
bre la escasez de este producto en
los supermercados.
Ante el éxito de sus clases, estos
cuatro técnicos municipales han te-
nido que recurrir a la ayuda de
más compañeros de trabajo para ir
complaciendo las peticiones de sus

alumnos virtuales. «Nos pedían
baile y nosotros íbamos justitos así
que hablamos con una compañera.
Lo mismo nos pasó con el yoga y
ya somos ocho los que damos las
clases», apunta David.
Y las peticiones siguen llegando
para este grupo que trabaja desde
hace tres años junto en el centro mu-
nicipal deportivo de Tetuán. «Nos pi-
den bastantes clases para embaraza-
das, pero eso no podemos hacerlo
porque no las vemos y puede haber
riesgo de lesiones», indican. Aún así
en su perfil de Instagram ya han col-
gado un post con ejercicios específi-
cos para las futuras madres.
Entre las demandas también se
acumulan los ejercicios con masco-
tas. «Eso tenemos que estudiarlo to-
davía», comenta Álex, que afirma
que este proyecto está pensado para
los días de confinamiento por el co-
ronavirus. «No miramos al futuro,
luego ya se verá si seguimos».

Uno de los monitores municipales, en las clases virtuales. E. M.


«Tenemos las puertas
cerradas para evitar
multas, pero
esperamos pedidos»

Las empresas
de lavandería
o distribución
mantienen actividad
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