El Mundo - 18.03.2020

(sharon) #1

EL MUNDO. MIÉRCOLES 18 DE MARZO DE 2020
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i CULTURA


Limonov, el francotirador ruso


L Muere la referencia y el escándalo de la literatura rusa a los 77 años L Le llegó la popularidad en Europa con la


novela homónima de Carrère L Partidario del «nacional bolchevismo», fue considerado fascista y comunista a la vez


XAVIER COLÁS MOSCÚ
CORRESPONSAL

El escritor, político y disidente ruso
de la era soviética Eduard Limonov
ha muerto a los 77 años. Para mu-
chos compatriotas era el más escan-
daloso de los escritores rusos vivos.
Para los especialistas, uno de los más
grandes novelistas de la Rusia con-
temporánea. Su novela autobiográfi-
ca Soy yo, Edichka escandalizó a sus
compatriotas cuando se publicó en
1991, vendiendo más de un millón
de copias. La popularidad definitiva
de Limonov en España y Europa lle-
gó con la novela homónima de
Emmanuel Carrère en 2012. En Ru-
sia no necesitaba que nadie lo pre-
sentase: todo el mundo sabía quién
era cuando veían aparecer a un vie-
jo cachas con una barba de chivo y
acompañado algunas veces por unos
cuantos matones.
«Mi aparición en la literatura fue
más bien azarosa», explicaba en ju-
nio pasado en una entrevista con EL
MUNDO. «Pero era lo único que me
ofrecía la situación en la que crecí y
en la que me hice consciente de mí
mismo. Otros oficios extremos me
eran inalcanzables: uno no podía
convertirse entonces en una estrella
de rock. Tampoco había posibilidad
de dedicarse a la política, así que me
fui la literatura», explicaba sobre la
creación de su personaje en el perio-
do tardosoviético. Limonov Nació en
Dzerzhinsk en 1943. Su nombre em-
pezó a sonar cuando se mudó a
Moscú, donde se unió al grupo lite-
rario Concret y fue publicando en va-
rios samizdat, las publicaciones clan-
destinas que saltaban de mano en
mano en la Unión Soviética.
Eduard Veniaminovich Savenko
–como se llamaba en realidad– cre-
ció en la ciudad ucraniana de
Jarkov, donde compartió juergas
con los malotes del lugar. En algu-
na de esas salidas hasta el amane-
cer decidió que quería ser poeta,
para lograr acceso a la fama y a las
mujeres. De esos traspiés brotaría
después el libro El adolescente Sa-
venko (una narración autobiográfi-
ca que en otras ediciones llevó el tí-
tulo de Autorretrato de un bandido
en su adolescencia).
Dejó su patria en 1974. Trabajó en
Nueva York en publicaciones en ru-
so y allí publicó sus primeros traba-
jos. A la ciudad de los rascacielos lle-
gó con la poetisa Yelena Shchapova,
con la que se había casado en 1973.
Comenzó a escribir su primera nove-
la, Soy yo, Edichka. Fue publicada
por primera vez en 1980 en Francia
con el título de Le poète russe préfère
les grands nègres (El poeta ruso pre-
fiere los negros grandes). En esas
turbulentas páginas se atrevió a na-
rrar incluso sus experiencias homo-
sexuales, en un momento en el que
esa práctica estaba penada en la


URSS. Dos libros más, Historia de su
servidor y Diario de un fracasado,
completan su etapa norteamericana.
En 1982 llegó a París. La modelo,
cantante y escritora Natalia Medve-
deva fue su esposa y su acompañan-
te por los círculos literarios parisinos.
Por fin Limonov había conocido las
mujeres y la fama. Y la política tam-
bién: escribió en periódicos como el
comunista L’Humanité y el naciona-
lista Le Choc du mois.
La Perestroika de Gorbachov

echaba chispas y Limonov volvió a
mirar al este. En 1991 regresó a
Moscú con más hambre de mítines
que de letras. Fundó el Partido Na-
cional Bolchevique, después prohi-
bido por las autoridades. Fuera de
su país ya lo llamaban «rojo-par-
do», un animal político exótico, fas-
cista y comunista a la vez, partida-
rio del nacional bolchevismo y de
otras cosas imposibles a esas altu-
ras del siglo XX. Creó su propio
periódico Limonka (una palabra

que hace referencia a su apellido
pero también significa granada de
mano), y sus páginas sirvieron al-
tavoz del los nacional-bolcheviques
rusos. En 2003 fue sentenciado a
cuatro años en el caso de la com-
pra de armas. Los miembros de
aquel proscrito Partido Nacional
Bolchevique lo convirtieron en
mascarón de proa de su siguiente
proyecto político. Ideológicamente
Limonov se definía como naciona-
lista moderado, socialista de línea

dura y activista de los derechos
constitucionales.
«Europa la palmó hace mucho.
Ya no es la misma. Está agotada».
También era pesimista sobre su
país: «Rusia es también víctima del
agotamiento. Porque somos más
Europa que Europa». Rusia se que-
da sin Eduardito el terrible. Un
francotirador de vivencias y uto-
pías políticas que no puede expli-
carse sólo en sus libros. En su re-
vuelta trinchera no queda nadie.

Eduard Limonov, en junio de 2019, en la playa de El Saler (Valencia). ALBERTO DI LOLLI


«Limonov no es un personaje de ficción.
Existe y yo lo conozco». Esta afirmación es
absolutamente desconcertante y sólo la pue-
de escribir un autor capaz de contarte la rea-
lidad con detalle tan concreto y miniado que
la ficción envidia lo que sucede. Emmanuel

Carrère lo hizo en Limonov para dar cuenta
de la vida de un tipo real tan estrafalario que
parecía un disparate clandestino. Limonov
lo ha sido todo, de soldado a escritor, de po-
lítico a viajero. Y cuando lees lo de Carrère
no sabes si al final se trata de una ameba
inocente o de un tronado de agresividad y
fuego. Estos seres son una suerte. Sobre to-
do para quienes los detectan, los encuentran
y los descifran. Se puede optar en la vida
por llevar oculto un monstruo o por llevar
erguida una flor. Limonov, siempre según
Carrère, escoge pasearse por el mundo de
las dos maneras. De las dos maneras a la
vez, quiero decir. Que muera ahora en mitad
de una pandemia planetaria no es algo raro
en la secuencia de avatares que acumula el
hombre, el personaje, el más polémico de
los escritores que aún estaban dando bata-

lla en Rusia. Algunos seres son capaces de
pasar de su estado de sueño a su verdad de
vigilia sin ruptura, sin trauma. Limonov era
uno de esos escasos, despertando en la vida
lo que casi siempre está dormido. Durante
su destierro en Nueva York escribió un libro
extravagante: El poeta ruso prefiere los ne-
gros grandes. Y también Diario de un fraca-
sado. No son imprescindibles, pero sí valien-
tes. Y eso es mucho.
En 1991 el inflamable Eduard Limonov re-
gresó a Rusia después de residir en EEUU y
Francia. La política fue su nueva ocupación.
El lugar desde el que destripar Rusia, porque
la amaba. Ese amor era de la medida de su
exilio. No sólo de su exilio físico, sino del que
tiene que ver con el rechazo a la norma. Li-
monov era una excepción. Lo que descubrió
Carrère. Pero aún no sabemos contra qué.

«No es un


personaje


de ficción»


ANTONIO LUCAS

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