Expansión - 18.03.2020

(Axel Boer) #1

PLAN DE CHOQUE


34 ExpansiónMiércoles 18 marzo 2020

D


ecía Nelson Mandela
en su cautiverio: “Si
tengo que morir, de-
claro para todos los que quie-
ran saberlo que iré al encuen-
tro de mi destino como un
hombre”. Y, conforme a su
destino, muchos ciudadanos
responsables se recluyen es-
tos días. Prisioneros para evi-
tar la muerte del sistema.
Otros entes desfallecen en
su condición de héroes agota-
dos. En casi cualquier decla-
ración institucional tras las
reuniones periódicas de las
autoridades de política mone-
taria en la última década ha
habido una crónica de la
muerte anunciada del heroís-
mo monetario. Todos los
grandes responsables de ban-
cos centrales han asegurado
hacer lo posible cada vez que
las cosas se han torcido. Pero
también que, a largo plazo, la
pata monetaria no se bastaba
para sostener todo el peso de
la economía. Ha habido lla-
mamientos a la política fiscal
y, sobre todo, a que los gobier-
nos emprendan reformas ne-
cesarias para afrontar un
mundo muy distinto al del si-
glo pasado. Veinte años frené-
ticos han acabado pillando a
gobiernos de toda índole con
la guardia baja. Sin liderazgos
definidos. Ha tenido que ve-
nir este coronavirus para
exhibir las insuficiencias.

¿Por qué los mercados no
responden a las decisiones de
los bancos centrales? Segura-
mente, porque estos están lle-
nando una piscina en la que
nadie quiere nadar. Más li-
quidez, menores tipos de in-
terés... y los mismos proble-
mas. Hay una parte técnica -
la de la sostenibilidad de los
grandes pagos y los circuitos
mínimos de financiación-
que necesitan ese diluvio fi-
nanciero para que no se se-
que el terreno. Aún así, difícil
que crezca una planta. Por
eso, solamente para evitar la
sequía, la liquidez “oficial” se
vuelve a abrir camino. Pero es
insuficiente porque el pro-
blema es de parálisis real, no
financiera. Si los grandes filó-
sofos de la arquitectura mo-
netaria moderna van a morir,
lo harán llevando sus mode-
los al extremo. Con ello, caerá
una forma de entender la po-
lítica monetaria. Se ha critica-
do mucho que durante tanto
tiempo la Reserva Federal tu-
viera un mandato más amplio
que el Banco Central Euro-
peo, que la política monetaria
norteamericana tuviera el
poder de impulsar la econo-
mía y no sólo de controlar la
inflación. Al final del camino,
los límites han llegado a to-
dos. Parecen las autoridades
monetarias un shakesperia-
no Cayo Marcio Coriolano
antes de perecer. Un semi-
diós primero. Un traidor des-
pués.
La respuesta de los merca-
dos al aluvión de medidas ex-
cepcionales monetarias no

deja de ser irónico. Se les ha
acusado de plegarse a los
mercados, pero estos no res-
ponden. Caen y caen. En par-
te, porque el mundo financie-
ro que los bancos centrales
habían creado era irreal. El
coronavirus, sin embargo, es
muy real. Se para la maquina-
ria industrial, el turismo y el

transporte. Se cierran fronte-
ras. La globalización frena en
seco. Es triste que esas medi-
das monetarias sean necesa-
rias pero insuficientes.
Nos encontramos en el
principio de lo que puede ser
el mayor accidente vivido
desde las grandes guerras o
una agonía prolongada para
la que aún no se ha diseñado
etiqueta. En el mejor de los
casos, en pocos meses se pue-
de volver a iniciar la activi-
dad. La pregunta es con
cuánto daño para la econo-
mía. Si alguien pensaba que a
los mercados les faltaba una

corrección, ya se ha hecho de
sobra. Si tenía que haber una
recesión que actuara como
purga sanadora, la vamos a
tener. En ese mejor escenario
la gran pregunta es si estare-
mos dispuestos a asumir el
coste. Para salir en poco tiem-
po, habrá que haber aumen-
tado la deuda de forma consi-

derable en un mundo que ya
es un bono gigante. Tendre-
mos por lo tanto que plan-
tearnos si hay que crecer más
despacio, deshacer la deuda y
reconstruir la globalización
de forma más ordenada. Eso
implica pensar en un mundo
más abierto en lo virtual y
más cerrado físicamente.
Menos agresivo y con reglas
más comunes. Eso, que es ya
bastante difícil, es el escena-
rio benévolo.
A lo que resulta difícil en-
contrar respuesta es a quién
traerá el liderazgo que es pre-
ciso para el cambio. Necesita-

La caída de los héroes monetarios


M


ientras escribo es-
tas breves líneas, el
mundo que cono-
cemos parece que se tamba-
lea. Los profesionales consul-
tamos compulsivamente el
Boletín Oficial del Estado pa-
ra examinar con exactitud las
medidas anunciadas por el
Gobierno e intentar anticipar
las que vendrán, los índices
bursátiles del mundo no pa-
recen encontrar suelo y el in-
cremento del pánico sanita-
rio y económico se mide por
horas. La mayor parte de los
comercios de España no pue-
den abrir sus locales, las per-
sonas tenemos limitadas
nuestra libertad de circula-

ción y derechos como la pro-
piedad privada pueden verse
igualmente limitados en los
próximos días. En una situa-
ción de normalidad, la adop-
ción por parte del Gobierno
de estas medidas bien podría
calificarse como una voladu-
ra del Estado de Derecho y de
la propia democracia.
La declaración de estados
excepcionales, durante los
que pueden quedar limitados
y suspendidos derechos fun-
damentales, es tan antigua co-
mo el constitucionalismo es-
pañol. Aparece en todas las
Constituciones aprobadas du-
rante el convulso siglo XIX, en

la Constitución de la II Repú-
blica y, evidentemente, en
nuestra actual norma supre-
ma. Los supuestos no varían
demasiado, pero sí los dere-
chos fundamentales que por
decisión del Gobierno pueden
limitarse y suspenderse.
El estado de alarma es la fi-
gura excepcional más liviana
de las reguladas en nuestra
Constitución. No implica una
suspensión de libertades y
derechos, pero sí una limita-
ción en su ejercicio. En otros
escenarios, como el estado de
excepción, las suspensiones
de derechos fundamentales
sí pueden efectuarse –regis-
tros domiciliarios, interven-
ción de comunicaciones tele-
fónicas...–. Afortunadamente,
nada hace pensar que poda-
mos encontrarnos ante una
declaración de tal naturaleza.
Como es sabido, el funda-

mento de la decisión del Go-
bierno es la protección de la
salud y la seguridad de los es-
pañoles. Ante estas terribles
circunstancias que nos toca
vivir, el Poder Ejecutivo ha
considerado que requiere po-
deres extraordinarios para
afrontar la crisis del coronavi-
rus. Esta atribución de com-
petencias propias de comuni-
dades autónomas y entidades
locales encuentra acomodo
legal en la Ley Orgánica de
1981 y permite que el Gobier-
no central adopte durante 15
días todas las medidas que re-
quiera la situación de emer-
gencia. Y es que el presupues-
to legal inexcusable para la
declaración del estado de
alarma es la concurrencia de
circunstancias extraordina-
rias que hagan que, para ase-
gurar el restablecimiento de
la normalidad, sea indispen-

sable que haya una coordina-
ción en todo el territorio na-
cional bajo una única autori-
dad competente. La intensi-
dad de esta terrible pandemia
y la rapidez con la que se con-
tagia el coronavirus nos en-
frenta a la mayor crisis sanita-
ria que se recuerda desde la
gripe de 1918, que acabó con
la vida de millones de perso-
nas en todo el mundo.

Protesta nacionalista
En un mundo globalizado, la
demostrada imposibilidad de
limitar territorialmente al co-
ronavirus ha determinado
que el estado de alarma se de-

clare, lógicamente, en todo el
territorio nacional y bajo la
dirección del Gobierno cen-
tral. Esta centralización tem-
poral de competencias ha
motivado la protesta de algu-
nos líderes nacionalistas, que
se han referido a este estado
de alarma como “un 155 en-
cubierto”. Sin embargo, téc-
nicamente nos encontramos
ante situaciones constitucio-
nalmente diferentes. El fa-
moso artículo 155 trata de po-
ner fin a graves incumpli-
mientos de la Constitución y
de la legalidad por una comu-
nidad autónoma, mientras
que el estado de alarma atri-
buye poderes extraordinarios
al Poder Ejecutivo, en la me-
dida en que esta pandemia
hace imposible el manteni-
miento de la normalidad.
Tras la declaración del esta-
do de alarma y las medidas

España, en estado de alarma


Diego
Solana

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, saluda a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

Bloomberg News

Francisco
Rodríguez
Fernández

En la caída de los
héroes monetarios
es necesaria una
refundación de los
objetivos del sistema

Se ha acusado
al BCE de plegarse
a los mercados,
pero irónicamente,
éstos no responden

El estado de
alarma es la figura
excepcional más
liviana regulada
en la Constitución

Las medidas
excepcionales no
dejan al ciudadano
desprotegido frente
a posibles abusos
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