DE_2009_salud_cardiovascular

(tlittels) #1

LIBRO DE LA SALUD CARDIOVASCULAR


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Por otro lado, el mal funcionamiento del riñón tras-
plantado supone en sí mismo un factor de riesgo cardio-
vascular para el paciente, al igual que la insuficiencia renal
condiciona un aumento del riesgo cardiovascular global
en la población no trasplantada.


La mortalidad cardiovascular en el trasplante renal


La mortalidad cardiovascular se ha constituido en los últi-
mos años en la primera causa de muerte en el trasplan-
tado renal, por delante de las infecciones y de los proce-
sos tumorales. Este fenómeno se deriva de tres causas
fundamentales:



  • Cambio relevante de las características demográ-
    ficas tanto del donante como del receptor del
    trasplante renal (edad, enfermedad cardiovascu-
    lar preexistente, diabetes, etc.).

  • Descenso significativo de la mortalidad en el pos-
    trasplante inmediato, lo que aumenta la espe-
    ranza de vida del paciente trasplantado y, como
    consecuencia, la posibilidad de padecer eventos
    cardiovasculares.

  • Una elevada prevalencia de factores de riesgo
    cardiovascular en el postrasplante renal a medio
    y largo plazo.


Factores demográficos


En los últimos años se ha producido un cambio importante
en las características demográficas tanto del donante como
del receptor de trasplante renal. Este cambio ha influido
decisivamente en el desarrollo de la enfermedad cardio-
vascular en el paciente trasplantado.
El envejecimiento progresivo de la población gene-
ral en el mundo desarrollado también se ha notado en la
población en diálisis, incluyendo a las personas candidatas
a este trasplante, debido a que las causas más importantes
de insuficiencia renal terminal en nuestro medio son la dia-
betes y la enfermedad vasculorrenal, ambas más frecuen-
tes a partir de la sexta década de la vida. La edad media de
entrada en diálisis ha aumentado hasta los 67 años y, con-
secuentemente, también la edad media de los pacientes
sometidos a trasplante renal. Actualmente es de 50 años,
cuando hace 10 era de 40 años.
Además, también ha aumentado la edad media del
donante de órganos. Con la introducción de la ley de pro-
tección vial de 1991, que obligaba al uso de casco en los
motoristas y al cinturón de seguridad en los conductores


de automóviles, la causa más frecuente de muerte cerebral
para la donación de órganos ha pasado del traumatismo
craneoencefálico por accidente de circulación al accidente
cerebrovascular isquémico o hemorrágico en pacientes
que frecuentemente presentan ya una patología subya-
cente. De este modo, la edad media del donante de órga-
nos ha pasado de 25 años, en las décadas de los ochenta
y noventa, a 50 años en la última década. Esto ha repercu-
tido negativamente en la supervivencia del injerto y en la
morbilidad o complicaciones cardiovasculares en el recep-
tor, debido a que los injertos renales de edad avanzada
favorecen el desarrollo de HTA en el receptor y, en muchos
casos, una función renal no óptima, lo que es, por sí solo,
un factor de riesgo cardiovascular.

Prevención de la mortalidad cardiovascular
La prevención de la mortalidad cardiovascular debe ini-
ciarse mucho antes del trasplante renal en el paciente
con insuficiencia renal. Es frecuente encontrar a pacientes
que son sometidos a un trasplante renal y que presentan
ya lesiones cardiovasculares irreversibles, especialmente

Reconstrucción tridimensional de un estudio de TAC cardíaca.
Se muestra una de las arterias coronarias (flecha) con zonas de
calcificación en su pared (puntas de flecha) que determinan que el
contorno del vaso sea irregular y presente cambios en el calibre.
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