DE_2009_salud_cardiovascular

(tlittels) #1

LIBRO DE LA SALUD CARDIOVASCULAR


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Diagnóstico


Como se mencionó anteriormente, la mayoría de los
pacientes portadores de un aneurisma aórtico carecen
de síntomas que puedan hacer sospechar su presencia.
Habitualmente, los aneurismas de la aorta torácica pue-
den ser detectados en una radiografía simple de tórax. No
obstante, esta exploración no permite un estudio deta-
llado del aneurisma y, en ocasiones, puede confundirse
con una elongación no patológica de la aorta. Por ello, la
realización de un escáner o una tomografía axial compu-
tarizada (TAC), o bien de una resonancia magnética, per-
mitirá confirmar la existencia del aneurisma y estudiar sus
características al detalle. Estos estudios permiten analizar
en múltiples planos el aneurisma e incluso realizar recons-
trucciones tridimensionales, con lo que la valoración
de la anatomía aórtica llega a ser excelente. En algunos
casos, y de acuerdo con las características del aneurisma,
será necesario efectuar una arteriografía (o angiografía),
mediante la introducción de contraste en la aorta a través
de un catéter; se lleva a cabo generalmente por la arteria
femoral a la altura de la ingle.
Los aneurismas de la aorta abdominal se detec-
tan fácilmente mediante una ecografía, que, a diferencia
de los métodos anteriormente descritos, no requiere la
administración de contrastes y aporta una información
excelente sobre el diámetro del aneurisma. Cuando se
precise una información más detallada, estará indicado
realizar una TAC o una resonancia magnética. Sólo de
forma ocasional será necesario efectuar una arteriografía
con contraste.


Rotura de un aneurisma aórtico


La ruptura de la aorta constituye la complicación más
grave y más frecuente de los aneurismas de esta arteria.
En muchas ocasiones supone el primer síntoma del aneu-
risma. Los pacientes que sufren una rotura de la aorta
torácica o abdominal suelen presentar un cuadro de dolor
torácico o lumbar intensos, acompañado de signos clí-
nicos derivados de la pérdida generalmente masiva de
sangre. Dependiendo de la magnitud de la hemorragia,
el paciente presentará mayor o menor grado de shock,
con una disminución importante de la presión arterial,
un aumento de la frecuencia cardíaca y afectación de la
función renal. No es infrecuente que algunos pacientes
con rotura de aneurisma de la aorta abdominal presenten
síntomas similares a los de un cólico nefrítico, con dolor
lumbar irradiado a la ingle.


Se desconoce el porcentaje de pacientes que no
llegan vivos a un hospital tras la rotura aórtica. En otros, la
hemorragia es contenida parcialmente en una fase inicial,
lo que permite proceder a una intervención de emergen-
cia para corregir el aneurisma e impedir la progresión de
la pérdida de sangre. Sin embargo, a pesar de los gran-
des avances en la metodología diagnóstica, las técnicas
quirúrgicas, la anestesia, los cuidados perioperatorios
y la reposición de sangre, el riesgo de muerte tras una
intervención de urgencia por rotura de aneurisma aórtico
supera el 40% para los casos de la aorta abdominal y el
60% para los de la torácica. Diferentes factores incremen-
tan el riesgo de muerte, como la edad avanzada, la pre-
sencia de insuficiencia renal preoperatoria, la magnitud
de la pérdida sanguínea o la existencia de una enferme-
dad cardiopulmonar grave.
Por todo ello, es necesario diagnosticar los aneuris-
mas aórticos precozmente y proceder a su corrección de
forma programada, evitando así la rotura y sus gravísimas
consecuencias.

Pacientes que precisan la corrección del aneurisma
La corrección de un aneurisma de aorta constituye una
de las intervenciones más frecuentes y con mejores resul-
tados de la cirugía vascular. Aunque dichos resultados se
encuentran en relación con la experiencia del equipo qui-
rúrgico, la mortalidad de la cirugía para corregir el aneu-
risma es inferior al 10% para los de aorta torácica y al 5%
para los de aorta abdominal. Múltiples estudios basados

A: corrección quirúrgica convencional con prótesis aortobiilíaca. B: técnica
endovascular mediante el implante de una endoprótesis.

FIGURA 4. Métodos de reconstrucción de un
aneurisma de la aorta abdominal

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