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(rjguadog) #1
esa manifestación y los procesos fisiológicos que pudiera experimentar Inés en el
lecho conyugal... era pura coincidencia.
¡Cuán motivador puede ser un viaje entre Teulada y Alicante! El investigador
había amenizado el desplazamiento con su desconocida patente, orgulloso por el
fruto de todas aquellas horas de trabajo que no había hecho. Lo cierto es que
sabía bastante de ciencias para ser biólogo, pero no lo suficiente para comprender
esos textos. Intentaba descifrar conceptos de física que no recordaba, ideas de
química que no conocía y reglas matemáticas que le sonaban a sánscrito. Lo que
sí sabía es que esos papeles constituían una buena carta de presentación en el
mundo del interior de la tostadora.
Fue a la cocina. Ahí la encontró. Blanca, limpia, hermosa, flanqueada por una
cesta con frutas de plástico y unas flores del mismo material^3.
Aquel señor tan majo del «Gobierno Intermundial Secreto» le había dicho, para
su alivio, que no era necesario introducir el cuerpo entero: tal fue uno de los muchos
errores de cierto holandés. Como cabía esperar de cualquier electrodoméstico y
como dictaba el sentido común, bastaba accionarlo mientras una parte cualquiera
de la anatomía del viajero quedara en contacto con la sustancia tangible de la
dimensión fenoménica del aparato. Y no hacía falta ser Tomás de Aquino para saber
que, en el caso de la tostadora, tal sustancia era la cesta. Era también condición
imprescindible, ahora bien, que el Dr. Doctor necesitara viajar a otro mundo. No
funcionaría con un simple capricho.
Daniel Rupert Doctor tiró por la ventana de la cocina las llaves del domicilio,
sellándola después. Verificó posteriormente que las ventanas del salón estuvieran
también cerradas. Abrió la llave de paso de las bombonas de propano.
Había creado la necesidad de desaparecer de allí.
Sujetando esos extraños papeles firmados por un tal D.R. Doctor en la mano
izquierda, D.R. Doctor metió su mano derecha en el electrodoméstico. Con los
nudillos de la izquierda, bajó la cesta de la tostadora.
Se fue sin decir adiós a su querida y adúltera mujer. Advertir sobre la fuga de
gas, además, habría sido un detallazo, pero... ¡despedirse es lo mínimo que habría
hecho una buena persona! Sin embargo, Doctor no quería ser una buena persona.
Ya no. Quería triunfar en la vida.

(^)
(^3) No podía ser de otra manera. Nada hay peor que un entorno inconsistentemente hortera.

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