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(rjguadog) #1

DETECTIVE CANON


Era frecuente escuchar quejas y maldiciones después de que Melibia decidiera,
como medida de seguridad y para ahorrar energía, apagar el aire acondicionado.
Los viajeros estaban hartos: no solo estaban condenados a morir vagando por la
nada, sino que, además, tendrían que pasar calor.
Un nuevo anuncio por megafonía consiguió algo que parecía imposible.
Empeoró las cosas.
—Señores pasajeros. —La voz era femenina, infantil y... rubia—. La señorita
Melibia Esprún está intentando mover el tren al siguiente nivel de energía,
devolviéndolo a una posición determinada y salvándoles la vida a todos ustedes.
Esperamos que, como muestra de agradecimiento, tengan la amabilidad de donar
sus baterías, pilas y equipos electrónicos de funcionamiento automático.
Necesitamos toda la energía posible. Gracias.


Pocas personas tenían teléfonos móviles en el año 177 después de Joule. Pero
haberlos, habíalos, y algunos estaban en el tren. Se desprendieron de ellos a
regañadientes, pues entonces incluso un móvil de primera generación era un móvil
de última generación. Los que tenían una radio portátil hicieron lo propio. Melibia
aclaró que únicamente las baterías eran necesarias, cualquiera su tipo: alcalinas, de
óxido de mercurio, de níquel-cadmio, de níquel-hierro, de litio y del resto de la tabla
periódica.
Un joven dio las pilas de su Toast Gear: las seis que llevaba en la consola
portátil y otras dieciocho de repuesto para el viaje. Las pilas de los relojes también
valían, aunque fueran analógicos. Con mayor o menor placer, casi todos los viajeros
colaboraron voluntariamente. Pero siempre tiene que haber una excepción, una
oveja negra, un insolidario que ha llegado a hacerse adicto a su dispositivo
electrónico de turno.
—Insisto... insisto en que esto... en que esto es un ventilador médico portátil, y
que lo necesito para respirar —decía un señor mayor con sus arrugas, su barba rala,
su escaso pelo blanco y su carretilla ligera de tres ruedas, inventándose excusas para

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