Y a la discordia vemos substituída
La dulce unión, el general contento
Por esta libertad vemos trocado
Por la hermosa virtud el crimen feo,
Y a la Divina Alteza colocada
En su elevado majestuoso templo.
Del trono como fuente inagotable
Nos emanan los bienes verdaderos,
Y nuestra dicha debe cimentarse
En su firme y cabal sostenimiento.
Así, pues, tributad al Soberano
Homenajes de amor y de respeto,
y esa vuestra lealtad tan acendrada
No se borre jamás de vuestros pechos.
Sacrificad también, si es necesario,
Vuestras vidas, tesoros y talentos,
Para no permitir que se le ultrajen
Sus inviolables respetables fueros.
En el centro de vuestros corazones
Erigirle suntuosos monumentos,
Donde en lugar de esencias olorosas
Ardan de amor los puros sentimientos.
A la época fatal de la anarquía
Del olvido corred el denso velo,
Y todos los disturbios ya pasados
Sepúltense en la tumba del silencio.
Obedeced y respetad las leyes,
Pues nuestro bienestar sólo es su objeto,
Y de la augusta Religión cristiana
Vuestra regla, formar, vuestro modelo,
E igualmente al Jefe distinguido
De nuestro General, precioso ejemplo
De firmeza y lealtad incontrastable
Seguirle e imitarle procuremos,
No desmaye jamás vuestra constancia
Y a los remotos apartados tiempos
De muy nobles y leales el renombre
Transmitir sin desdoro el más pequeño
E inundados de gozo repitamos
En acordes armoniosos ecos.
Viva nuestro Monarca esclarecido,
Viva la Religión que profesamos,
Viva La Torre, nuestro amado Jefe,
anascopr
(Anascopr)
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