Politics and Civil Society in Cuba

(Axel Boer) #1

264 Chapter 11


Es claro que, de existir algo así en la Isla, la esfera pública política
viene—al menos desde 1961—revolucionaria, con lo cual se dicen
inmediatamente tres cosas: 1) es exclusionista (pues solo se permite el
debate entre revolucionarios) en consecuencia; 2) no admite el debate
real y la confrontación (sino el diálogo y la crítica constructiva) y; 3)
solo se hacen públicos los contenidos certificados por el Partido
(léase, la dirección de la Revolución). En cualquier caso, lo que parece
ser inobjetable es que la sociedad civil, si en realidad es tal, no se ve
sometida a la coacción del Estado y que la libertad (las libertades indi-
viduales) y el pluralismo son sus pilares. La desestatización de la socie-
dad cubana no puede correr a cuenta del Estado, sino del
fortalecimiento de la sociedad civil. El Estado debe, a su vez, adap-
tarse a una situación postnacional. La contradictoria vía de la desesta-
tización estatal conduce al capitalismo tercermundista de Estado; la
vía del fortalecimiento de la sociedad civil y de la opinión pública, a un
Estado de derecho y a una democracia neoliberal.


Me atrevería a asegurar que no es el futuro del socialismo lo que le
preocupa a la dirección de la Revolución cubana (Fidel y Raúl) sino el
futuro de la dinastía Castro. El proceso de «actualización del social-
ismo» es solo una maniobra que persigue el objetivo de ganar el
tiempo necesario para ir echando las bases de la dominación nepotista
en condiciones postcomunistas e, incluso, capitalistas. Los descendi-
entes de Fidel y Raúl, probablemente con la anuencia del propio pres-
idente, se preparan para “salir de la clandestinidad” y ser abierta y
“legalmente” los millonarios del mañana. ¿Será humillante ver a hom-
bres y mujeres que no comulgaron con la Revolución cubana y sus
líderes trabajar para—y, hasta cierto punto, defender los intereses
de—las grandes empresas de la familia Castro en condiciones de plena
libertad económica? Esa es la sorpresa que preparan Fidel y Raúl:
extender la dominación de su dinastía, con el apoyo inicial decisivo de
las Fuerzas Armadas, que ya se han convertido en una fuerza
económica considerable, a la Cuba revolucionaria postcomunista.


Y no se tome esto como un pronóstico más, al lado de los tantos
existentes. Se trata, antes bien, de una constatación de lo que ya viene

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