El País Semanal - ES (2022-03-06)

(Antfer) #1

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mos herir mucho a alguien si rompemos una relación
sin tener cuidado. Y por otro, que nuestra autoestima no
depende del número de parejas sexuales, sino de cómo
las tratamos. Y la cuestión de si uno debe acumular mu-
chas parejas sexuales debe replantearse. Debemos ver
la relación sexual como algo que se rige por lo que el
fi lósofo Martin Buber defi nió como el “yo y tú”. [En su
libro del mismo nombre, de 1923, afi rmó que cada uno
es quien es según se relaciona con el otro y constituyó el
paso del pensamiento monológico al dialógico]. Esto no
impide el placer, incluso el transgresor. En la educación
sexual también hay que enseñar a hombres y mujeres
a ser conscientes de que hay quien tiene estándares de
sexualidad muy fuertes hoy y que esos estándares no co-
rresponden a todos, y que estas normas son eco de una
cultura de consumo y de lo que he llamado capitalismo
escópico: industrias que tienen interés en devolvernos
una defi nición de nosotros mismos como seres sexuales,
únicamente sexuales, defi nidos por nuestra sexualidad.
Algo que también debe ser visto como una ideología.
Es decir, esto en los años setenta u ochenta fue parte
del gran movimiento de liberación [sexual]. Pero estos
comportamientos ya no se asocian con ningún tipo de
liberación y emancipación, al contrario, muchos jóve-
nes, sobre todo las mujeres, lo viven como algo opresivo.
Imaginemos que existieran escuelas del amor.
¿Cuáles deberían ser los ejes de sus programas
educativos?
Creo que el amor, la experiencia del amor, no está ale-
jada de lo que Aristóteles llama una persona buena [y
aquí Illouz insiste en la diferencia entre una persona
buena y una buena persona]. Es decir, el amor no es
ajeno a la virtud moral. Estoy hablando de amor y no
de enamorarse. Enamorarse le sucede a todo el mun-
do y no requiere virtud. Pero permanecer enamorado,
amar a alguien continuamente, moviliza nuestras dis-
posiciones morales y nuestra personalidad de manera
más profunda. Y cuando digo personalidad no lo hago

esta relación? El amor entre dos seres debe imponerse,
ir solo. En ausencia de reglas no es necesario que las
relaciones te pidan demasiados esfuerzos psíquicos,
ni demasiados recursos físicos, ni demasiados subter-
fugios. Vemos demasiado a menudo que las mujeres
deben constantemente ser astutas con la psicología
masculina. Para mí es una forma de sumisión, es una
relación de poder. Estamos en el amor cuando se abole
la relación de poder entre dos personas. Si hubiera una
regla, yo diría que es confiar, sin renunciar nunca a la
dignidad y al sentimiento de profunda igualdad con el
otro. Es decir, que podamos expresar nuestro deseo.
Cuando hay incertidumbre, la forma de vencer es ser
los primeros en confiar. La confianza es un asunto so-
ciológico fascinante. Confiar consiste en abandonar el
miedo al daño o la traición.
¿Son entonces libres las mujeres cuando aceptan
amar en los términos actuales si sus deseos son
otros?
La pregunta es: ¿la cultura del sexo anónimo o las aven-
turas de una noche representan la perspectiva de las
mujeres? Encontrarás a muchas que dirán que encuen-
tran su sitio ahí. En Estados Unidos, en particular, la
cultura del ligue está muy desarrollada. El sector con-
servador de la sociedad ha alertado a las mujeres del
hecho de que con esta cultura de hipersexualización
salen perdiendo. Su argumento es que si los hombres
tienen acceso sin restricciones al cuerpo de las muje-
res, nada les anima a comprometerse en una relación.
Tiendo a estar de acuerdo con estos conservadores,
incluso si para mí la libertad sexual es un progreso
moral en el que no se puede y no se debe retroceder.
En realidad se trata de renegociar la relación entre
hombres y mujeres desde un punto de vista feminista,
y tal vez de imponer —a través de la palabra, de la opi-
nión, de nuevos modelos— una cultura de encuentros
amorosos y sexuales que reflejaría mejor las priorida-
des femeninas.
Para eso hacen falta cambios. En España, la
educación afectiva y sexual es uno de los temas
en los que más se centran los expertos, pero en la
práctica no funciona. ¿Cómo infl uye la falta de esa
educación en el comportamiento afectivo de la
s ociedad?
En eso que llamamos educación sexual se debería in-
cluir la enseñanza de normas éticas, deberíamos educar
en este sentido a hombres y mujeres sobre la sexualidad.
Deberíamos aprender dos cosas. Por un lado, que pode-

ENTREVISTA


“En la educación sexual se
debería incluir la enseñanza
de normas éticas, educar
éticamente a hombres y
mujeres sobre sexualidad”

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