Historia Spain - 09.2019

(Sean Pound) #1
MONARCAS, NOBLES Y OBISPOS ACUDIERON A LOS FREIRES
EN BUSCA DE LIQUIDEZ, PRÉSTAMOS O UN LUGAR DONDE
DEJAR A SALVO SUS POSESIONES MÁS PRECIADAS

Felipe IV de Francia, conocido como el Hermoso,
emprendió una feroz campaña contra la Orden que se
sustanció en su extinción a principios del siglo XIV.

Finalmente, otra forma de depósito tí-
pica administrada por la milicia consistió
en la transferencia de dinero entre casas
de la orden. Un peregrino podía entregar
cierta cantidad de dinero en París y reti-
rarlo a su llegada a Jerusalén con plenas
garantías. Para ello, el viajero portaba una
carta de crédito o rudimentaria “letra de
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ridad y eliminaba el riesgo de robo.

REYES, NOBLES Y OBISPOS A LA
SOMBRA DE LOS TEMPLARIOS
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en la gestión de algunas grandes fortunas.
Monarcas, nobles y obispos acudieron a
los freires en busca de liquidez, présta-
mos o un lugar donde dejar a salvo sus
posesiones más preciadas. La consecuen-
cia directa de estos actos fue hacer a la
orden militar todavía más poderosa e in-
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este respecto la posición adquirida por la
milicia en Francia. El Temple de París se
convirtió en el depositario del tesoro regio
al menos desde 1202, lo que no quiere
decir que gestionara el presupuesto del
reino por su cuenta ni tomara decisiones
sobre esa materia. Los funcionarios de la

LA PRIVILEGIADA RELACIÓN CON EL PAPADO


i


Además de los beneficios que
le reportaban las actividades
financieras al Temple, la orden
disfrutaba de un estatuto
especial frente a ciertas tasas e
impuestos pontificios. Mientras que
el resto de instituciones religiosas debían
pagar a la Santa Sede numerosas cargas,
los freires quedaron exentos de algunas
de ellas. El historiador Amleto Spicciani
ha puesto de relieve la política fiscal
favorable de Inocencio IV hacia la milicia a
mediados del siglo XIII. El papa liberó del
pago del impuesto de cruzada a los señoríos
templarios en Occidente al considerar que
ya estaban contribuyendo a la causa por otras vías y hacerlo a través de dicho pago podría
repercutirles negativamente. Por otro lado, Inocencio IV aprobó en 1253 varias ventas y
arriendos templarios que los caballeros poseían en Provenza por un valor de 2.000 marcos
de plata y dio permiso para poder efectuar transacciones similares hasta 4.000 y 6.000
marcos en los reinos de Inglaterra y Francia respectivamente. El pontífice remató estas
concesiones aquel mismo año para todo el Occidente cristiano menos Alemania otorgando
al Temple todas las recaudaciones de conmutación de los votos de cruzada, las sanciones
por el delito de usura y las donaciones para Tierra Santa dejadas en los testamentos hasta
10.000 marcos.
Frente a las acusaciones y críticas contra las actividades económicas de los freires, la
Santa Sede también acudió en ocasiones a lavar la imagen de la milicia. El Archivo de la
Corona de Aragón, conserva una bula de 1218 en la que Inocencio III expone cómo el Temple
invierte sus recursos en los pobres y milicias, para terminar calificando como habladurías las
recriminaciones a los caballeros. En ese sentido, anima a que todas las iglesias prediquen la
inocencia de los templarios durante los domingos y fiestas de guardar. Lo cual denota a su
vez, la animadversión popular que levantaba la orden aunque tuviera valedores de primer
nivel como el papado. Precisamente, Roma no tuvo reparo en apoyarse en el entramado
económico templario para llevar a cabo ciertas recaudaciones de impuestos. Sin ir más
lejos y para la geografía hispana, el historiador Gonzalo Martínez Díez recuerda que “el 30
de diciembre de 1221 el templario frey Diego Manso, por mandato del maestre provincial
frey pedro Alvítiz, extiende un recibo a la abadesa de las Reales Huelgas de Burgos por el
que reconoce haberle sido entregadas monedas por valor de 4.706 maravedís áureos que,
procedentes del impuesto para la cruzada, un colector pontificio había dejado depositados
en dicho monasterio”. Opina Martínez Díez que el papado había optado por usar la red
templaria de envío de dinero con seguridad hasta la Santa Sede.

siempre y cuando restituyera al depositan-
te su valor equivalente en el plazo acorda-
do. Aquí la cantidad custodiada no estaba
bajo llave. Señala Ignacio de la Torre que
este tipo de depósito “es muy importante
desde el punto de vista del origen de la
banca”, ya que “es requisito indispensable


para que se pusiera en movimiento el di-
nero” y al principio “fue practicado sin el
consentimiento del depositante, para ser
luego practicado con el consentimiento
de éste”. Pero donde más profusamente se
utilizó este sistema fue en las operaciones
al por mayor con grandes fortunas.
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