Historia Spain - 09.2019

(Sean Pound) #1
que nada tenía contra Francia, países a
los que tendía la mano para reconducir la
situación que su declaración de guerra ha-
bía perturbado. “Mr. Churchill puede estar
convencido de que Gran Bretaña ganará,
pero yo no dudo ni por un momento de
que Alemania saldrá victoriosa. El destino
decidirá quién está en lo correcto”. Lon-
dres recibió el mensaje con displicencia
y criticó sus “premisas sin fundamento y
sus promesas sin garantías”. ¿Quién podía
creer a ese maestro del engaño, que en
mayo de 1935 había reconocido “el Estado
polaco como el hogar de una gran nación
patriótica que tiene la comprensión y la
cordialidad de los nacionalistas confesos”?
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sede en París y luego en Londres y, tras
la invasión de la Unión Soviética, reanu-
dó sus relaciones diplomáticas con sus
viejos enemigos, contribuyendo con sus
soldados, en particular con el ejército de
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los aliados.
Churchill, pues, tenía razón y Polonia
ganó la guerra, ya que no la paz, “por su
libertad y por la nuestra”.

TRAS EL ATAQUE DE ALEMANIA A LA UNIÓN SOVIÉTICA,


EL GOBIERNO POLACO REANUDÓ LAS RELACIONES


DIPLOMÁTICAS CON SUS VIEJOS ENEMIGOS


Su nombre es KAZIMIERA MIKA


i


A menudo, la historia se olvida de los nombres pero, aunque
no lo hiciera, aunque recordara todos y cada uno de los
nombres, no alcanzaría a enumerarlos nunca. De ahí que se quede en
la mera cifra y borre los rostros. Pero, a veces, no puede. A veces, pasa por ahí
un fotógrafo llamado Julien Bryan y capta el dolor de una niña de doce años,
Kazimiera Mika, que ha perdido a su hermana mayor, Andzia, de catorce, en un
bombardeo de la Luftwaffe.
Es 13 de septiembre y estamos en un campo a las afueras de Varsovia,
junto a la calle Jana Ostroroga y no lejos del cementerio Powązki. Un grupo de
mujeres está sembrando patatas cuando dos aviones alemanes se aproximan
y disparan contra ellas. De las siete, caen dos. Una niña corre hacia una de
las víctimas, su hermana y, llorosa, desesperada, comprende –tal vez sin
comprenderlo del todo– que ha muerto. El estadounidense Julien Bryan,
el único fotógrafo extranjero que permaneció en la ciudad tras la invasión
alemana, documentó ese instante, esa pena insondable, y puso el rostro más
auténtico a la guerra, tan abstracta y despiadada como todas.
Kazimiera sobrevivió a la guerra, y también Bryan. En 2009, la anciana
acompañó al hijo del fotógrafo a la proyección de un documental rodado
por su padre, Asedio, en el que la niña se asoma en los minutos finales.
Lo pueden consultar íntegro en este enlace: https://www.youtube.com/
watch?v=nQ1VO3n-zR8. Nada tienen que ver esas imágenes, reales,
desoladas, con las que la propaganda nazi, por ejemplo las del fotógrafo Hugo
Jaeger, o soviética trataban de confundir o amedrentar al mundo.

Obra del Studio
Architektoniczne
Kwadrat, el Museo de
la Segunda Guerra
Mundial de Gdansk,
no exento de
polémica desde su
fundación, recuerda el
80 aniversario del
inicio del conflicto
con diversas
exposiciones y actos.

Julien Bryan documentó con su
cámara de fotos Leica y su Bell &
Howell de cine el horror de la invasión.
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