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más emblemático del siglo
XIX, imaginó a España, la Ma-
dre Patria, guiando a una joven
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metrópoli y su colonia suben
juntas una escalera rociada
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La obra parece concebida en un sueño y
contrasta con la zozobra de los años veni-
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HOGHMXQLRGHHQODFDVDancestral
del general Aguinaldo, el sitio de Baler y
el dominio estadounidense, que concluiría
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López de Legazpi, el territorio quedó re-
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sus islas nos fueran familiares antes de que
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suyos en la batalla de Mactán, frente a las
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rutas comerciales, tuvo el tino de bautizar
estas islas con el nombre de Filipinas, en
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cuenta nueva del pasado colonial del país
y cambiarle el nombre por Maharlika, un
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nía General de Filipinas se engranó en el
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a las dentelladas de Inglaterra, Francia
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cuando empezaran a sonar los clarines del
nacionalismo, soplados, en parte, por los
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LAS ÚLTIMAS CARTAS
La metrópoli no se quedó de brazos cruza-
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ñola le permitió focalizar sus esfuerzos en
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naipes que le quedaban en la baraja; pero
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la globalización sorprendió a la administra-
ción peninsular con el pie cambiado, y solo
era cuestión de tiempo que Estados Unidos
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pina y de la sociedad secreta Katipunan
evidenció la desafección entre la Madre
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primera organización, que no promovía la
independencia, sino que aspiraba a una so-
ciedad más igualitaria y justa y demandaba
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incorporaran a su tierra como una provin-
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sino un intelectual que amaba de corazón
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ron con la intransigencia de la metrópoli
y, en particular, con las órdenes religiosas
–franciscanos, agustinos y dominicos– que
no solo manejaban la vida cultural de la
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la conciencia del general Camilo García de
Polavieja, a la sazón gobernador general de
Filipinas, y de todo un país, que no supo
ADIÓS A
FILIPINAS
EN 1898, FILIPINAS SE DECLARÓ INDEPENDIENTE DE ESPAÑA Y ENTRÓ EN LA ÓRBITA DEL
IMPERIALISMO ESTADOUNIDENSE. EL ARCHIPIÉLAGO ROMPIÓ CON MÁS DE TRES SIGLOS DE
COLONIALISMO HISPANO, TRAS UNA DÉCADA DE DESENCUENTROS CON MADRID, QUE NO SUPO
ADMINISTRAR AQUEL EDÉN DEL ORIENTE, BAUTIZADO ASÍ EN HONOR DEL REY FELIPE II. ESTA ES LA
HISTORIA DE NUESTRO ADIÓS A FILIPINAS.
ALBERTO DE FRUTOS