A C T U A
L I D A D
E C O N Ó
M I C A
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la larga lista de carencias regu-
latorias y educativas que lastran
la productividad y explican que
la exportación dé signos de ago-
tamiento. Y el problema es que
muchas de nuestras crisis han
empezado con el estrangula-
miento de la balanza de pagos.
La última está todavía fresca en
la memoria. Cuando en 2008 Leh-
man Brothers quebró, nuestra
necesidad de financiación exter-
na era del 10% del PIB. De repen-
te, el pánico se apoderó del mer-
cado interbancario, nadie pres-
taba a nadie y las entidades es-
pañolas se vieron obligadas a
recortar drásticamente el crédi-
to, sumiendo el país en una pro-
funda recesión.
En los años siguientes, cerra-
mos con grandes sacrificios la
brecha hasta alcanzar un supe-
rávit por cuenta corriente del 2,3%
en 2016. Pero desde entonces ese
colchón ha ido consumiéndose
y en abril de 2019 se había redu-
cido al 0,7%. “¿Qué hay detrás de
este deterioro y hasta cuándo
puede continuar?”, pregunta el
economista de CaixaBank Re-
search Jordi Singla en un ar-
tículo inquietantemente titula-
do “¿Un fantasma del pasado?”
DIAGNÓSTICO. “El Club de Ex-
portadores e Inversores presta
tres clases de servicios”, dice
Bonet. “Tratamos, en primer lu-
gar, de influir en la Administra-
ción y la sociedad civil para que
se adopten medidas que fa-
ciliten la internacionalización,
como la firma de convenios de
doble imposición. Esa es una
actividad. Otra es la celebra-
ción de reuniones en las que,
por ejemplo, un diplomático ex-
pone a nuestros socios las opor-
tunidades de negocio que pue-
de haber en la India o Latinoa-
mérica. Finalmente, realizamos
informes”.
“Hay que revitalizar la exporta-
ción, empieza a dar signos de es-
tancamiento”, dice Antonio Bo-
net. Estamos en la sede del Club
de Exportadores e Inversores, del
que Bonet fue cofundador en
1997 y que preside desde hace
dos años. Cae sobre Madrid un
sol de justicia, pero él no se in-
muta. Es sevillano. Incluso luce
chaqueta y corbata. “Mi bisabue-
lo era militar. Estuvo destinado
en Cuba y, a la vuelta, la familia
se dividió. Una rama se instaló
en Madrid, montó un laborato-
rio y tuvo mucho éxito. La mía se
quedó en Sevilla. Apostó por el
cine. No sé si ha oído hablar de
Bengala Films. En lugar del
león de la Metro, salía un tigre al
principio de las películas. En Es-
paña las distribuía mi abuelo. Le
fue fatal”.
Bonet optó por una salida pro-
fesional más ortodoxa. Estudió
empresariales, opositó a téc-
nico comercial y ha estado des-
tinado en Chile, en Naciones Uni-
das y en China. Luego consiguió
una beca Fulbright, cursó un
máster en el Instituto Tecno-
lógico de Massachusetts y vol-
vió como vicepresidente de un
banco importante. “Aquello era
más burocrático que el Ministe-
rio de Economía y Comercio. Pa-
ra cualquier operación había que
pedir permiso a los comités de
riesgo de Madrid, de Bruselas, de
Londres”. Renunció a los tres
días y lanzó su propia com-
pañía: ACE International Consul-
tants. Asesora a los Gobiernos en
el diseño y ejecución de polí-
ticas públicas. En la web tiene
colgados sus proyectos. Ha ayu-
dado a racionalizar la gestión del
agua en Cabo Verde, a agilizar los
pagos de la Administración en
Comoras o a reducir la pobreza
en Papúa Nueva Guinea.
—La cooperación no tiene muy
buena fama entre los econo-
mistas —le digo, y le repito la
butade del anarcocapitalista
Doug Casey—: Consiste en que
los pobres de los países ricos
dan dinero a los ricos de los paí-
ses pobres.
—Funciona mejor de lo que pa-
rece —responde Bonet—. Hay in-
dicadores de todo tipo que lo co-
rroboran: la mortalidad in-
fantil y las personas que viven
por debajo del umbral de la po-
breza severa han caído especta-
cularmente, la educación de las
niñas y las mujeres se ha gene-
ralizado... Pero no es sencillo. El
desarrollo requiere un cambio
de mentalidad que lleva tiempo.
Recuerdo que en ACE ganamos
un concurso para impulsar las
exportaciones polacas. Habla-
mos con los funcionarios y les
explicamos que si querían ven-
der sus curtidos, tenían que ir
a las ferias del sector y mostrar
lo que hacían. Este año, les diji-
mos, no van a vender nada, el que
viene tampoco y el siguiente a lo
mejor. No les cabía en la ca-
beza. ¿Ir para nada?, nos decían.
Claro, claro, o van tres veces o no
son nadie. No se lo creían.
La mentalidad es una variable
insidiosa. No figura en las fun-
ciones de utilidad de los econo-
mistas y, sin embargo, puede al-
terar fatalmente la cuenta de re-
sultados. “En España no está mal
visto que la gente baje a de-
sayunar a media mañana y se ti-
re tres cuartos de hora. También
existe mucha tolerancia con el
absentismo”. Según Adecco, el
año pasado nos costó 85.140 mi-
llones de euros, un 10% más que
en 2017. “¿Por qué se ha dispa-
rado en plena bonanza? Las en-
fermedades son las mismas, y
tampoco creo que haya más con-
tratiempos domésticos. Es un te-
ma cultural”.
Esta forma de ser nuestra, tan
alegre y desenfadada, se suma a