A C T U A
L I D A D
E C O N Ó
M I C A
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El más reciente lo firma el in-
vestigador Juan de Lucio y atri-
buye la desaceleración de las ex-
portaciones a una doble batería
de factores. Por un lado, esta-
rían los externos: la incertidum-
bre suscitada por el brexit y la vo-
latilidad del petróleo, el cambio
de China a un modelo de creci-
miento basado en el consumo y,
sobre todo, la guerra entre Wa-
shington y Pekín, “que no es solo
comercial o tecnológica”, puntua-
liza, “sino de modelo político, uno
democrático y otro autoritario”.
—¿Lleva razón Donald Trump?
—Sus formas no son las más
adecuadas. No puedes ir por el
mundo amenazando a tus alia-
dos y pisoteando el sistema mul-
tilateral que nos hemos dado pa-
ra resolver las disputas. Ahora
bien, China no respeta las reglas.
Cuando se incorporó a la OMC
se le concedieron muchos privi-
legios, pensando que se corregi-
rían a medida que abandonara
el comunismo, pero la tran-
sición democrática no ha llega-
do y los abusos han ido a peor.
Subvenciona a sus industrias, re-
tuerce el brazo a las empresas
extranjeras para que le transfie-
ran tecnología, no abre sus sec-
tores a la competencia y se está
quedando con muchos proyectos
de infraestructuras en Latinoa-
mérica y África pujando a la
baja, con absoluto desprecio de
los criterios medioambientales
y anticorrupción.
La cruzada acometida por
Trump contra estas prácticas ha
reducido casi a la mitad el rit-
mo de crecimiento del comercio
internacional de mercancías: si
2017 cerró con un aumento del
4,7%, este año se quedará en el
2,6%. Esta pérdida de dinamismo
nos está perjudicando a todos:
Estados Unidos y China, por su-
puesto, pero también Alemania,
Vietnam y España.
La otra batería de razones por
la que nuestra exportación se es-
tanca es interna. Es verdad que
gran contribuyente o es obliga-
torio contar con comité de em-
presa. “¿Por qué seis millones
de euros de facturación? ¿Por qué
50 empleados?”
MARGEN. Mientras charlo con
Bonet, los partidos continúan ti-
rándose los trastos en la carre-
ra de San Jerónimo. “Hay quien
considera que no es tan malo que
llevemos meses sin Gobierno”,
ironizo.
“Eso decían de Italia”, replica
Bonet, “y fíjese cómo está hoy”. En
la realidad líquida que nos ha to-
cado vivir, “hay que adaptarse
constantemente y eso exige cam-
bios estructurales que solo un Eje-
cutivo estable puede acometer”.
Bonet advierte que “el impulso
de la reforma laboral se ha ago-
tado” y, aunque “sería un grave
error dar marcha atrás”, piensa
como Lucio que la devaluación in-
terna no es socialmente sosteni-
ble. “Nuestro futuro no puede de-
pender de eso, porque se nos co-
men los países de salarios bajos”.
En su lugar, propone adecuar la
educación a las exigencias del
mercado (“nuestros jóvenes no sa-
len con la cualificación necesa-
ria”), abaratar la energía (“es ca-
rísima”), promover la innova-
ción (“somos de los que menos in-
vertimos en I+D+i”)...
Es una agenda que convendría
poner en marcha ya, porque el pri-
mer trimestre ha sido “el peor co-
mienzo exportador desde 2009”,
dice Bonet. ¿Debemos preocupar-
nos? Por ahora, queda margen. “El
contexto global en el que opera la
economía española se ha vuelto
menos favorable”, escribe Jordi
Singla en su artículo para Caixa-
Bank Research, pero “ha con-
seguido mantener el superávit ex-
terior y, a pesar de que este se ha-
ya moderado, se está lejos de re-
editar los déficits anteriores
a la Gran Recesión”.
tes salariales inducida por la re-
forma laboral de 2012. “¿Es so-
cialmente sostenible esta estra-
tegia?”, se pregunta Lucio.
TAMAÑO. En julio de 2014, Bo-
net vendió ACE a la ingeniería
estadounidense AECOM, que
factura más de 20.000 millones
de dólares. Permaneció un tiem-
po al frente de la consultora, pe-
ro terminó renunciando y es in-
teresante escuchar alguno de
los contratiempos con los que
tropezó la integración, porque
son muy reveladores de las ri-
gideces que, inspiradas por las
mejores inten-
ciones, atena-
zan el día a
día de nuestra
e c o n o m í a.
“Los america-
nos que nos
compraron te-
nían otra so-
ciedad en Es-
paña”, cuenta.
“Hacían hora-
rio de verano y
su comité de
empresa era
partidario de
aplicárnoslo,
pero si noso-
tros trabajá-
bamos con La-
tinoamérica y
había entre
seis y ocho ho-
ras de diferen-
cia, ¿cuándo hablábamos? Al fi-
nal, no pudimos fusionarnos
plenamente”.
La obligatoriedad de lidiar con
representantes sindicales es uno
de los motivos por los que mu-
chas pymes se lo piensan dos ve-
ces antes de ganar tamaño. “A
partir de 50 empleados tienes
que constituir un comité de em-
presa y, a partir de seis mi-
llones de ventas, te conviertes
en gran contribuyente y debes
elaborar declaraciones mensua-
les de IVA e IRPF. Entiendo que
el tirón actual es mucho más sa-
ludable. Los anteriores superá-
vits de nuestra balanza de bie-
nes y servicios habían venido
precedidos por una devaluación
monetaria, que abarataba los ar-
tículos denominados en pe-
setas y espoleaba sus ventas. Era,
por desgracia, un auge efímero,
porque la propia presión de la
demanda se trasladaba a los pre-
cios, que no tardaban en re-
cuperar el nivel de partida.
Esta vez no ha habido devalua-
ción y, sin embargo, el saldo
positivo registrado desde 2012
ha sido superior a cualquier otro
observado en el último siglo, tan-
to en volumen como en duración.
“Para encontrar superávits simi-
lares”, escribe Juan de Lucio en
su informe, “tenemos que retro-
ceder [...] a la Primera Guerra
Mundial [y] aun así fueron me-
nos intensos”.
¿A qué se ha debido este fenó-
meno? A la mejora de la capa-
cidad exportadora de las empre-
sas. La estructura que susten-
ta nuestro sector exterior es más
estable y amplia. El desplome
del mercado interior obligó a
buscar clientes fuera y tenemos
más firmas vendiendo por el
mundo. “En 2018 aumentaron
más del 25%”, dice Bonet. Tam-
bién es mayor la diversidad de
destinos. El economista Jorge
Salas explica en un trabajo pa-
ra el Fondo Monetario Interna-
cional que en 2000 el 73,1% de
las exportaciones iba a la UE.
Ahora la proporción es del 52,7%.
El resto acaba en mercados
emergentes de Asia, Latinoamé-
rica, África y Oriente Próximo.
Pero la calidad de nuestros pro-
ductos no ha avanzado. El Índi-
ce de Complejidad Económica,
que mide la intensidad de las ex-
portaciones en conocimiento, nos
sitúa en un mediocre puesto
- En la eurozona, únicamente
Grecia queda peor. Nuestra ga-
nancia de competitividad se
asienta en la caída de los cos-
más de uno se resista a dar el
salto”.
Según Eurostat, el tamaño de
las compañías españolas es un
22% inferior al de la media de
la UE, y eso tiene consecuencias.
“En ACE operábamos con un soft-
ware que nos permitía presen-
tarnos a más concursos que na-
die y, en consecuencia, nos adju-
dicábamos asimismo más. Pero
ese software nos costó más de
dos millones y, si facturas un mi-
llón, difícilmente puedes afron-
tar una inversión semejante”.
El tamaño es “un determinan-
te clave de la competitividad”,
coincide Rafael Doménech, res-
ponsable de análisis econó-
mico de BBVA Research, quien
señala que “las empresas gran-
des españolas son tan producti-
vas como las de Alemania”. No
tenemos nada que envidiar a na-
die. Lo que nos penaliza es la ato-
mización de nuestro tejido pro-
ductivo. Necesitamos concen-
trarlo y, aunque Bonet indica mo-
destamente que él no tiene el
remedio, sí plantea que igual con-
venía revisar los umbrales a par-
tir de los cuales se pasa a ser