National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1

A pocos kilómetros de Montmo-
rency, un puente une la orilla sur
del San Lorenzo con la pequeña
isla de Orleans. Una leyenda dice
que Jacques Cartier, el navegante
francés que descubrió la región en
1534, la llamó Isla de Baco, el dios
del vino, por la abundancia de pe-
queñas frutas oscuras que le pare-
cieron uvas y que en realidad eran
arándanos. Atravesamos el puente
y nos encontramos en medio de un
paisaje silencioso, bucólico, con
casitas de techo rojo y puertas azu-
les o amarillas rodeadas de bos-
que, minúsculas galerías de arte y
negocios de artesanía de madera,
cerámica y metal en lugares donde
uno menos se lo espera.


El Chemin du Roy, el histórico
camino que unía Quebec y Mon-
treal, circula paralelo a la carre-
tera 138. Junto a su sinuoso traza-
do se levantan pequeñas haciendas
que conservan las demarcaciones
estrechas y alargadas del siglo xvii,
cuando las propiedades tenían ac-
ceso a la orilla del San Lorenzo para
así transportar las mercancías has-
ta la ciudad de Quebec. Aún se ven
los viejos hornos públicos, así como
los almacenes usados antiguamen-
te para guardar mercancías. En la
panadería Chez Marie merenda-
mos pan cocido en un horno al ai-
re libre, untado con mantequilla y
jarabe de arce. Este sirope dulce y
pegajoso se extrae del árbol cuya
hoja decora la bandera de Canadá.
Su origen se remonta a la tradición
indígena de hervir la resina que se
extraía del tronco del arce durante
la primavera. Hoy, más mecaniza-
do, se requieren 40 litros de resina
para producir un litro de jarabe. Se
pueden visitar algunas fábricas en
las afueras de Quebec y Montréal.

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