RELATOS DE PAPANTLA I

(Lucía Laura Muñoz Corona) #1

LA SALVAJE PAPANTLA...


Papantla, ciudad vainillera y mundialmente conocida como la Ciudad que
perfuma al mundo, también llamada tierra de papanes, en donde existían
chachalacas, chicharras, cocuyos y tlaconetes.


Recuerdo a Papantla y sus comunidades, en donde se vivió tiempos difíciles,
días aciagos de los años 1948 a 1950 debido a que en la etnia totonaca había
mucha violencia, a menudo canalizaban gente de comunidad, por peleas a
machetazos y/o asesinatos; a los detenidos los traían amarrados de brazos,
cintura y hasta de las piernas con bejucos o mecate burdo. En las fi estas se
tomaban bebidas embriagantes y debido a esto se generaban discusiones,
lo menos que hacían era pelearse a puñetazos, ya que casi siempre lo
hacían a navajazos o con verduguillo (está arma se dice que no sale sangre
pero deja muy mal herido al agredido), todos los heridos y detenidos los
traían a Papantla. A los muertos los traían en parihuela (confeccionada de
tarro picado y extendido), amarrada de fuertes garrochas o palos rollizos
en donde sujetaban al difunto, y esta a su vez era arrastrada por un caballo,
el descanso para los difuntos estaba en la calle Heroico Colegio Militar #



  1. (Dato proporcionado por la señora Nieve Ramírez)


En cierta ocasión trajeron un muerto en parihuela arrastado por un caballo,
al entrar al pueblo los hombres que lo traían por la calle Quintana roo, por un
descuido se desató el difunto, las personas que lo traían venían platicando
de que por fi n habían llegado al pueblo pegaban gritos y sombrerazos no
se dieron cuenta que se les había desatado el difunto, alguien les dijo que
lo habían dejado tirado a media calle por lo que se regresaron amarrarlo
nuevamente y lo llevaron al descanso.


Lo mismo hacían con los heridos, los traían en parihuela o camilla, podían
ser vecinos o policías, de menos eran de 4 a 6 personas para traerlo al
médico, y en tiempos de lluvia los hombres venían muy enlodados tanto
que los calzoncillos se lo doblaban hasta la rodilla, casi siempre venían
descalzos, uno que otro que traía huaraches fuertes y burdos, los detenidos
que traían amarrados se les decía “mecateados”. En ese tiempo era común
ver seguido este tipo de tristes espectáculos, los caballos se hundían de
lodo hasta las rodillas, ahí venía montado el topil o policía, se podía ver

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