Hacia el año de 1910 llegamos a la población de Tampico Tamaulipas, antes
de salir de Tantima mi padre traspasó la tienda, vendió una parte de los caballos y
mulas que utilizaban para hacer el servicio de correos. Con ese dinero que era
buena cantidad nos quedamos a radicar en Tampico.
Mi padre compró una magnífica extensión de terreno en la Colonia Rosario, e
inmediatamente construyó una inmensa casa que fue la cuna de la familia, todos
éramos pequeños, la mayor Esther de 11 años, José Guerrero de 9 años,
Catalina de 8 años, Vicente de 6 años y el último de 1 año llamado Antonio.
Nunca vi que mis padres tuvieran carencias económicas, ya que con todo lo
vendido y además de las regalías que les pagaban los terratenientes era más que
suficiente para vivir holgadamente y recibir buena educación.
Sin embargo mi padre encontró un buen empleo en el consulado de
Guatemala con el señor Cónsul Hamelius y copropietario de la Consolidated Tech
American Lumber Co. Compañía consolidada de madera, donde él trabajaba por
las tardes.
Posteriormente le propusieron hacerse cargo de la administración de la
maderería donde estuvo un año y se le asignó la misión de abrir sucursales de
esta empresa en diversas partes de la Huasteca, siendo la de mayor importancia,
donde se quedó al frente en Palo Blanco, debido a que se estaban abriendo
campos petroleros, mi padre y mi madre junto con Antonio tuvieron que ir a radicar
por un tiempo a la población de Tamiahua Veracruz.
Con esta nueva situación y con el pensamiento de mejorar económicamente,
mis padres enviaron a Esther y a mí a estudiar a México, al Colegio inglés para
varones y al Colegio inglés para señoritas. Mis hermanos Catalina y Vicente se
quedaron en la escuela en Tampico y al más chico Antonio, mis padres lo llevaron
consigo.
En las vacaciones visitábamos Tamiahua (ya que estábamos internos), y es
ahí donde pude constatar el tremendo esfuerzo que hacían mis padres para el