LIBRO RELATOS DE PAPANTLA II

(Lucía Laura Muñoz Corona) #1

MORTAJA TOTONACA


En una tarde de café con la señora Magdalena Azuara (sobrina del señor Donato
Márquez Azuara) me comentó sobre la mortaja totonaca. La caja que llevaba el
cuerpo era de madera muy sencilla (de pino y sin pintar).


Cuando la persona fallecía lo bajaban de su catre (cama) al suelo, donde
previamente hacían una cruz con un machete, debido a que el piso era de tierra,
posteriormente lo pintaban con cal. Al difunto lo acuestan encima de la cruz de cal
para que el cuerpo “descanse” en la tierra. Aproximadamente una hora más tarde,
arreglaban la caja, levantan del suelo al difunto y lo depositaban en la misma, que
previamente ya la habían arreglado por dentro. Dicho arreglo consistía en esparcir
cal, encima una sábana blanca misma en la que se envolvía al difunto.


En el vientre se le colocaban hojas de chaca, en la boca, nariz y oídos, le
cubrían la boca con un algodón empapado con un bálsamo llamado “el tesoro de
la familia”. Con este proceso los difuntos tardaban 24 horas en descomponerse.


El cuerpo no despedía mal olor. Al partir el difunto hacia el cementerio, la
familia sacaba un sacual con nixtamal para que al salir de su casa, le arrojaban
con las manos el nixtamal encima del ataúd caja, algunas veces les caía también
a los dolientes y acompañantes, según la creencia donde se iba a estar el difunto,
tal vez no contaba con alimento.


Mortaja Totonaca.^

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