Madrugada y frescura. La repetición de una película comienza
a relajarme, esa tranquilidad bendita, será bueno descansar
unos días de «la loca de locas». Pero no es así, está marcando y
colgando, parece que el jodido trabajo lo traje a casa, ¿Quién
puede ser feliz trabajando desde casa? Así que habrá que
marcarle a «V.i.» [así guardo su nombre en mi teléfono celular,
son las siglas de viciosa e inteligente, según ella]
Yo: Hola «V.i.»
Vivienne: hola... cafiolo amado
Yo: no se para que marcas si no vas a hablar
Vivienne: es para paniquiar a la banda
Yo: ¿por qué?, si estoy solo, hoy me han abandonado
Vivienne: porque a todas nos maltratas, por eso salimos
huyendo como maleantes de una joyería recién robada. Eres
muy gordo y torpe para atraparnos
Yo: se escucha que vienes en automóvil
Vivienne: te equivocas, voy en un trolebús
Yo: tiene llantas, y al tener llantas es un automóvil, loquita
Vivienne: no, tú no entiendes. Estás sobrio y la falta de alcohol
te hace creer que un autobús con antenas es un automóvil, pero
en cuanto baje le tomaré una fotografía para callarte la boca
Yo: te voy a alcanzar a la parada, ya me dio hambre, quiero una
torta de la parada de Misterios con Robles Dominguez
Vivienne: no, no salgas, quiero platicar con las otras loquitas
Yo: te van a llevar a conectar a otro punto, por eso ninguna ha
venido, son unas conspiradoras. Pero está bien..., a mí mientras
me rayen y me aflojen
Vivienne: no Rodrigo, no, es en serio, en serio quiero hablar con
otra perturbada como yo. ¿También quieres una Soda?
Yo: sí, está bien Vivienne: he llegado
Yo: entonces... ¿Cuánto tiempo te espero? Vivienne: no lo sé.
Duerme un rato.