—Lo hice con la maquinaria avanzada que me proporcionaron en el
cuartel secreto de Arturo Caluti.
—¡Bastaaaaa! —gritó Morgan completamente enojado.
Boldort y Samuel se sorprendieron al oírlo. Esmeralda seguía
teniendo una mirada fría, sin siquiera inmutarse.
—¡Primero me llamas a este lugar! ¡Luego matas a dos policías!...
¡Después insinúas que mi nacimiento en Gani fue una mentira! ¡Y ahora
difamas a mi padre Arturo Caluti!... ¡Quién rayos te crees que er...
Antes de terminar su frase, Esmeralda lo tumbó al suelo y le aplicó
una llave en el brazo. Morgan se hallaba boca abajo mientras ella se sentaba
encima de su espalda.
—¡No te hagas del inocente, Morgan! ¡Ya no tienes que fingir frente
a este chico!
Samuel estaba parado a unos metros. Realizó ademanes con la
intención de ayudar, pero el espanto hizo que su cuerpo no se moviera.
Morgan hacía gestos de dolor, en tanto ella seguía presionando su brazo con
mayor fuerza.
—¡¿De qué?! ¡Aaargh!... ¡No sé de qué demonios estás hablando,
maldita loca! ¡Aaaaaargh!
—¡Oh! ¿Conque... esto no es suficiente? —dijo ella.
Cuando estuvo a punto de ejercer mucha más presión sobre él, se
escuchó una orden.
—¡Esmeralda, detente! —Boldort Raxán miraba confundido a
Morgan—. Creo que el chico... realmente no tiene idea de nada. Suéltalo.
Ella miró a Boldort. La chica se levantó apartándose a unos metros.
Todavía desde el suelo, el joven sintió un poco de alivio al ser liberado.
—¿Me estás diciendo que este tonto no sabe nada sobre el cuartel
militar, sobre los experimentos... ni acerca del accidente en Limaria?
—Me temo que no —respondió Boldort.
Samuel lo ayudó a incorporarse. Su amigo solo se frotaba y se
masajeaba los hombros con mucho dolor. En eso el Raxán se acercó a los
chicos, y entonces miró a Morgan.
—Muchacho. ¿En verdad no recuerdas nada?