Él ya se había regenerado totalmente. Por otra parte, el chico de ojos
rojos tosía con dificultad mientras llevaba las manos a su cuello, incluso
comenzó a escupir sangre. El limario lo observaba un poco apenado desde
arriba.
—No quiero matarte. Yo no soy tu enemigo, si quisiera hacerlo ya te
habría arrancado la cabeza hace unos segundos. Por favor, Kun... —Morgan
se agachó y le extendió el brazo sonriendo—. Eres la persona más fuerte
contra la que he peleado. Trabajemos juntos y detengamos a Caluti.
Necesito tu ayuda, pues no podré hacer esto sin ti. Por favor.
El pelirrojo dejó de toser. Este tenía tantas cosas en la cabeza y
estaba muy confundido. De pronto alzó la vista y vio directamente los ojos
de Morgan, en ellos percibió sinceridad. Entonces finalmente extendió su
mano y dejó que lo ayudara a incorporarse.
—Si crees que miento, mátame ahora —dijo el limario abriendo los
brazos y exponiendo su pecho.
Él sabía que los únicos órganos que no se podían regenerar eran el
cerebro y el corazón. Así que un golpe certero de Kun sin duda lo mataría.
El pelirrojo consideró ese valiente acto como muestra suficiente de que
Morgan decía la verdad y que podía confiar en él.
—No lo haré... Te creo.
—¡Muchas gracias! —gritó mientras lo abrazaba de manera
instintiva.
Kun se apartó avergonzado, pero al revivir esa emoción que había
adoptado en las maras, exclamó: ¡tu capacidad de regeneración es una
locura, y tu método de lucha no tiene comparación!
››Hace un momento, en tan poco tiempo lo planeaste todo; decidiste
sacrificar uno de tus brazos para que yo perdiera el equilibrio... ¡Y a esa
velocidad yo no podría esquivar ningún golpe tuyo!
››¡Eres realmente fuerte! ¡Tú ya sabías cada movimiento que yo
haría!... ¡Eres más fuerte que cualquiera contra los que llegué a luchar en
Carmesí!
—Tú no te quedas atrás, Kun —Morgan sonreía con una expresión
sincera—. Lograste arrancarme un brazo... y eso nadie lo había hecho antes.