cuando esa mujer me habló... no pude entender ni una palabra de lo que me
dijo, ¿hablaba así por su estado etílico?
—No. Ella quedó así... —El dueño suspiró profundamente—. Por
un acontecimiento de hace ocho años. Desde entonces esa mujer comenzó a
beber y a expresarse con dificultad. Solamente algunas personas podemos
entenderla.
—¡Ah! Ya veo. Aunque me sentí impotente al no poder ayudarla.
—No te preocupes, muchacho. Solo llevas una semana aquí, con el
tiempo la entenderás.
—De acuerdo, señor.
El chico quedó bastante animado gracias a las palabras del dueño,
pero al mirar en dirección a esas tres personas, cambió completamente su
expresión. Él estaba siendo testigo de cómo la mujer metía su mano en el
bolsillo del hombre corpulento, que para ese entonces ya había caído
rendido en un sueño profundo.
El sujeto más pequeño, por su parte, ni siquiera podía moverse de lo
ebrio que estaba.
¿Acaso ella está intentando robar a ese pobre hombre?, pensó
inmediatamente el empleado. Este salió apresurado de su puesto y caminó
furioso hacia ellos. Entonces comenzó a reprender duramente a la mujer,
quien tapaba asustada sus oídos y miraba al suelo con mucho temor. Ella
huyó del lugar tambaleándose y tropezando varias veces.
—¡Oye!... ¡Alto ahí, ladrona! —gritó el joven bastante enojado.
—Ya. Ya... Déjala —comentó el dueño del local, restándole
importancia al asunto.
—¡Pero jefe! ¡Ella!...
—No importa, muchacho... —El hombre le dio unas palmadas al
hombro—. Ven. Ayúdame a sacar a estos dos para poder cerrar el negocio.
Hoy es día de paga, así que recibirás tu primer sueldo.
Al terminar de cerrar el local y de recibir su pago, el chico se
despidió y caminó a su casa que se encontraba a unas cinco calles. Mientras
lo hacía, pensaba seriamente.
Odio a la gente que roba... ¿¡Por qué no consiguen su propio
dinero!? ¡No hay necesidad de despojar de sus bienes a los que trabajan