—La señora Cecy me enseña a leer y a escribir, y los otros vecinos
nos dan comida. A veces Pedro venía, pero dijeron que ahora está en el
cielo de los borrachos. Gracias a él teníamos agua y luz, pero... ahora ya no
tenemos esas cosas.
Pero... Pedro es el hombre que falleció. ¿Qué relación tenía él con
estas personas?, pensó el joven.
Návila fue a traer un balde de agua que había acumulado gracias a
sus vecinos.
La niña agarró un trapo, lo mojó y comenzó a limpiar el rostro de su
madre.
—Oye, niña... ¿Pedro era tu padre?