—Juré que mataría a todos... y así lo hice. ¡Sí! ¡Fui yo quien
envenenó a los padres de Esmeralda!, aunque, por desgracia, también acabé
con la vida de sus hermanos, debido a que los niños habían visto mi rostro.
Esmeralda apretó los puños muy enojada, comentando a través del
transmisor.
—Morgan, no lo mates... Yo misma acabaré con esa escoria.
El limario no dijo nada, sino que se limitó a escuchar atentamente la
confesión del magnate.
—También fui el responsable de colocar las bombas en el crucero
donde viajaban los padres de Lucas y Lu. Chicos, yo realmente debía
hacerlo. ¡No tuve otra opción!... Las personas que se encontraban ahí
lamentablemente fueron víctimas del daño colateral. Esas son cosas que
pasan.
Al oír esa excusa, Lu soltó el brazo de Celia dejándola caer al suelo,
claramente impactado. La mujer tenía mucho miedo debido a la tensión del
ambiente. Los rostros de los gemelos palidecieron aún más. Lucas comenzó
a temblar, y cayendo de rodillas, empezó a vomitar recordando los gritos
desesperados de todas esas personas que habían estado en el crucero.
—Señor Caluti, el capitán... —Lu intentó mantener la compostura,
pero sus lágrimas lo delataban—. ¿Usted mató al capitán del crucero?
El magnate guardó silencio por un momento, luego, secándose las
lágrimas, confesó.
—Mucho antes de que las bombas estallaran, yo convencí a ese
hombre para que colaborara conmigo; avisándole acerca de los explosivos,
y advirtiéndole que lo dejaría con vida solamente si se hacía cargo de
protegerlos.
››Él no tuvo más remedio que aceptar, sin embargo, el capitán me
puso una condición. Este quería que sus subordinados, y las mujeres de
ellos, también lograran salvarse. Fue así cómo hicimos el trato.
››Todo iba bien, su deber era mantenerlos a ambos con vida, pero en
el proceso tuvimos nuestras diferencias. Él dijo que yo era un monstruo, por
eso, cuando estaban en los botes salvavidas, envié a mis buceadores para
que terminaran el trabajo.