Kun también se tornó serio. Entonces, limpiándose las lágrimas de
la cara, dijo: está bien, lo haré. Ya habrá tiempo para llorar más adelante,
pero ahora debemos permanecer fuertes.
El pelirrojo convenció a los gemelos para que escucharan lo que
Morgan tenía que decir. Este les explicó todo, y los chicos quedaron
furiosos con sus propios cuerpos.
—¿U-Unas... bombas? —titubeó Lucas.
Lu inclinó la cabeza hacia el cielo, y teniendo los ojos cerrados,
extendió ambos brazos suspirando profundamente; era como si estuviera
liberando una parte de su ser. Unos segundos después, cruzó de nuevo los
brazos y llevó una mano a su barbilla. Entonces, mirando reflexivamente al
suelo, analizó la situación.
—Considerando los antecedentes, no es descabellado pensar que
Caluti podría estar mintiendo, pero intentar comprobarlo no sería inteligente
de nuestra parte... Así que no debemos arriesgarnos.
—Ese chico es listo —dijo Esmeralda, escuchando todo desde la
oficina mientras escurría alcohol sobre la herida de Návila.
Unos minutos antes, ella había cogido una de las botellas de rones
que se encontraban en la estantería de vinos. En tanto asistía a la mujer,
quien todavía se hallaba inconsciente, Samuel se encargó de preparar un
recipiente con agua y un equipo de primeros auxilios que estaba en el baño.
El chico también cogió las tijeras y las pinzas que Boldort había guardado
en el cajón de su escritorio. Sam, mientras buscaba los utensilios, vio unos
documentos con las siglas SRI. Este tuvo mucha curiosidad, pero ignoró
eso debido a la urgencia del momento.
—¿Segura que sabes lo que haces? —preguntó él.
—Bueno, esta será mi primera cirugía, pero tengo un poco de
conocimiento teórico.
Él cayó sobre la alfombra al escuchar su respuesta.
—Deja de hacerte el dramático y pásame la pinza.
Mientras ellos hacían lo suyo con Návila, el limario seguía
escuchando al gemelo de cabello largo.
—Morgan, si Kun confía en ti, yo también lo haré, así que... —Lu
activó su traje—. Te dejo el liderazgo a ti.