Francisco, este se enamoró de una hermosa joven que conoció en un viaje
con destino a la ciudad de Krama. Su nombre era Suria y ambos estaban
profundamente enamorados. De hecho, después de un romance que duró
dos años, decidieron casarse.
Todo estaba dispuesto para la boda, Francisco incluso compró
anillos de compromiso para ambos. Sin embargo, según su relato, el padre
de Suria tenía una gran deuda con Boldort Raxán, uno de los miembros del
linaje de los Raxanes. Este sujeto, al saber que el hombre no podía pagar,
exigió la mano de su hija para saldar la deuda.
El padre de Suria no tuvo otra opción que oponerse a la boda,
aunque no tenía nada en contra de Francisco. Suria quedó destrozada por
esa decisión, sin embargo, no podía negarse a la voluntad de su padre. Se
despidió de Francisco, jurándole que siempre lo amaría, aunque no le reveló
que estaba embarazada de él. La boda con el joven Raxán se celebró de
forma inmediata.
Siete años después, Suria citó a Francisco para que se reunieran en
secreto en un pequeño pueblo de Lamkar. Quería que conociera a Kevin, su
hijo. Los tres se reunieron en un parque de atracciones, comieron en los
distintos puestos, subieron a diferentes juegos y se divirtieron mucho. En
uno de esos, Kevin ganó un pañuelo celeste con dibujos de pelotas de
skeibol, un deporte que los niños varones jugaban mucho.
Luego de una larga charla que duró una hora, mientras veían a su
hijo jugar, Suria explicó a Francisco por qué no le había contado nada sobre
la existencia de Kevin. Argumentó que Boldort estaba completamente loco,
pues cuando se enteró de que ese no era su hijo, juró que se aseguraría de
que Kevin nunca conociera a su verdadero padre. También la coaccionó
diciéndole que ella no volvería a ver a Francisco, amenazándola con
matarlos a ambos si intentaba hacer algo al respecto.
Al escuchar eso, el joven decidió planear su escape con Suria y
Kevin para vivir en Estrexia, una ciudad con ocho millones de habitantes.
Se cambiarían de nombre y apariencia, nadie los encontraría. Ella aceptó
felizmente su propuesta.
Cuando llegó la hora de despedirse, Francisco la acompañó hasta la
estación. Sin embargo, en el camino se encontraron con varios hombres que