Lu dibujó una sonrisa y le empezó a exponer su plan. Morgan
asentía mientras lo escuchaba. En ese momento, ambos desactivaron sus
cascos. Kun los miró.
¿De qué estarán hablando esos dos?, pensó este, entonces quiso
caminar hacia ellos.
—¡Ey, chicos! ¿De qué están hablan...
Los ojos del pelirrojo quedaron atónitos al ver cómo Lu lanzaba a
Morgan al suelo de un golpe.
—¡¿Pero... qué?! ¡Hermano! —Lucas estaba igual de sorprendido
—. ¡¿Qué demonios haces!? ¡¿Te volviste loco!?
Morgan llevó la mano a sus labios, los cuales sangraban y se
regeneraban rápidamente. El golpe fue bastante fuerte gracias al traje de
grafeno endurecido. Caluti terminó su discurso y observó cómo el gemelo
tiraba al limario. Entonces el magnate hizo ceñas al camarógrafo para que
cortara la transmisión, y el operador obedeció con prisa. La periodista y los
otros policías también veían la escena sin entender qué sucedía.
—Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?... ¿Una pelea de niños?
—dijo Caluti con una sonrisa.
—Señor Francisco, ¿quiénes son esos chicos? —preguntó la
reportera.
El hombre volteó hacia la mujer y su compañero. Él hizo ceñas a
uno de los policías, y este le trajo una pistola de plasma. Finalmente, el
magnate la miró con una tierna sonrisa.
—Ustedes ya cumplieron con su labor, y realmente fueron las
mejores personas que conocí. Creo que ya es hora de darles su premio.
¡Muchas felicidades!
Al decir eso, cogió la pistola y disparó el plasma directamente a la
cabeza del camarógrafo. La periodista gritó horrorizada. Ella comenzó a
exclamar sollozando y con mucho miedo.
—¡Señor Arturo!... ¿¡Por qué hizo es...
Sin siquiera dejarla terminar la pregunta, Caluti hizo un agujero en
el pecho de la joven. El operador de cámara yacía sin cabeza en el suelo,
con bastante humo saliendo de su cuello. No había ni un rastro de sangre;
solo se veía una cabeza rostizada al lado de la cámara rota.