Él extendió su brazo con vehemencia, entonces apuntó con el
dedo índice hacia la ventana.
—¡¡¡Mi abuela está allá afuera y yo debo ir a rescatarla!!!
Samuel lagrimeaba con mucha frustración, pero logró
tranquilizarse un poco después de suspirar por unos segundos.
—Ella... es la única familia que me queda —confesó al final con
la voz devastada.
—Sam... —Esmeralda no sabía qué decir, estaba realmente
preocupada—. Es demasiado peligroso.
—Ya lo sé... pero no tengo otra opción.
Después de decir eso, el chico se acercó a Robert y le siguió
rogando.
—¡Detective Cleman!... ¡Por favor déjeme ir con ustedes! ¡¡Luego
podrán hacer conmigo lo que quieran!! ¡¡Ya no me importa si voy a
prisión!! —Sam comenzó a quebrarse—. ¡¡Solo quiero que mi abuela esté
segura!!
—De acuerdo —Consintió Cleman después de ver sus lágrimas.
—¡Apúrense! ¡No hay mucho tiempo! —gritó Belton desde el
pasillo mientras corría a la izquierda en dirección al ascensor.
Samuel se secó las lágrimas, y luego de fruncir el ceño, se dispuso
a caminar decididamente hacia la entrada, sin embargo, Esmeralda se
colocó frente a él. Ella se veía enojada y tenía los brazos cruzados.
—Esmeralda, por favor, apártate. Nada de lo que digas me hará
cambiar de opi...
Ella lo interrumpió con un beso en los labios, antes de que
siquiera este terminara de hablar. Návila se sonrojó un poco al verlos. Sam
quedó helado de la sorpresa. La chica apartó sus labios y lo miró con esos
hipnotizantes ojos verdes. Él la miraba atontado.
—Idiota, más vale que regreses con vida... porque nunca te lo
perdonaré si mueres.
—¡L-Lo intentaré!
Ambos se sonrojaron. Esmeralda activó su casco y caminó hacia
el bolsón negro, sacando de ahí las dos pistolas de plasma recién