EUMARIA

(AV) #1

Seis años atrás, antes de que le dieran el apodo de "Cabello de
sangre", Kun era un joven ordinario. Proveniente de Carmesí, una metrópoli
con cinco millones de habitantes y considerada una de las más peligrosas de
la nación. El nombre de esa región se debía al cabello rojizo de las personas
del lugar.


Kun era de complexión delgada y vivía en un vecindario aceptable,
donde los asesinatos no eran tan habituales como en las zonas vecinas. No
obstante, debía mantenerse alerta todo el tiempo, ya que en Carmesí no se
podía confiar en nadie; incluso las personas que parecían bondadosas
podían tener motivos ocultos, y eso fue precisamente lo que pasó aquella
noche.


Él vivía con su hermana mayor, Liz, una joven bellísima de
dieciocho años, mientras que Kun tenía apenas trece en aquel entonces. Su
padre falleció apuñalado en la prisión cuando el chico todavía era un bebé,
así que no recordaba nada de él. Por otro lado, su madre había sido
internada en una clínica de rehabilitación debido a su adicción a las drogas
cuando el joven cumplió los siete años. Kun y Liz vivieron en distintas
familias de acogida, en cinco hogares diferentes durante seis largos años,
pero en ninguno de ellos se sintieron cómodos. Cuando ella alcanzó los
dieciocho años, decidió independizarse y mudarse con su hermano para que
nadie volviera a controlarlos y pudieran tomar sus propias decisiones, libres
por fin de las imposiciones de los adultos.


Liz ya tenía experiencia trabajando a medio tiempo, por lo que pudo
ahorrar dinero y conseguir una habitación pequeña en una zona que no
parecía tan precaria. La única condición que ella puso a Kun fue que
asistiera obligatoriamente a la escuela y que regresara a casa lo más pronto
posible, mientras que Liz se haría cargo de todos los gastos de su nuevo
hogar. El dueño del inmueble era un hombre amigable de unos treinta años
y parecía muy respetuoso. Sin embargo, después de seis meses, la vida de
Kun cambió por completo.


Era una tarde normal, el sol empezaba a ocultarse y el chico
regresaba de la escuela, escuchando música con sus típicos auriculares y su
modesto reproductor que Liz le había regalado en su último cumpleaños.
Ella también se había tomado la molestia de grabar sus canciones favoritas
para que su hermano pudiera escucharlas siempre. Aunque todo alrededor

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