EUMARIA

(AV) #1

de ellos se desmoronaba, su amor fraternal los mantenía fuertes. En el
reproductor había un par de canciones de cuna cantadas por Liz. Kun
percibió ese gesto como algo muy tierno, ya que recordó que las escuchaba
cuando era pequeño, pues lo hacía para no oír las discusiones que su madre
tenía con sus distintos novios en la otra habitación. Kun realmente adoraba
a Liz, pues para él, ella no era solamente una hermana, sino todo su mundo.


Cuando llegó al departamento, al pasar por el pasillo, notó que algo
no andaba bien. Todo estaba demasiado silencioso, lo que era extraño ya
que su hermana tenía el día libre. Kun subió las escaleras. Vivían en el piso
de arriba, mientras que el dueño dormía en el primer piso. La puerta del
propietario estaba cerrada, pero Kun no le dio importancia. Pensó que
probablemente había salido a hacer las compras o alguna otra cosa, aunque
salir a esa hora era peligroso debido a que estaba anocheciendo.


Su cuarto estaba en la primera puerta a la derecha. Kun se acercó a
la entrada y quitó los auriculares. Abrió la puerta mientras saludaba, pero
nadie respondió. Las luces del comedor estaban apagadas, aunque pudo ver
un rayo de luz que provenía de la habitación donde él y su hermana
dormían. La entrada estaba entreabierta y había huellas de sangre en el piso.
Kun empezó a temblar y caminó lentamente hacia la habitación.


—¿Liz... estás ahí? —preguntó sin escuchar respuesta.
El joven empujó la puerta lentamente, con el corazón latiéndole
exageradamente rápido. Las huellas de sangre lo condujeron hasta los pies
de su hermana, quien estaba desnuda y sentada en el piso con los brazos
llenos de sangre. La espalda de ella estaba contra la parte trasera de la cama
y su cabeza inclinada hacia atrás en dirección al techo.


Kun gritó desconsoladamente su nombre, corrió hacia Liz y la
abrazó, luego agitó su cuerpo y cabeza para que ella reaccionara, pero
lamentablemente no despertaba. Él gritaba y lloraba pidiendo ayuda, pero
nadie respondió, excepto una voz que provenía desde el comedor. Esta era
la de un hombre que estaba de pie en las sombras, cerca de la entrada de la
habitación. Kun no podía verlo debido a la oscuridad.


—¡Maldito!, ¿¡qué le hiciste a mi hermana!? —preguntó Kun con
furia.


—No sabes cuánto lo disfruté —respondió el dueño de la casa.
Luego, entrando en la habitación, añadió—: Tu hermana fue difícil de

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