—¡Sí! ¡Lo logré! ¡Al fin la segunda fase de mi plan ha culminado!
—exclamaba Caluti desde un edificio ubicado en Gani.
Este seguía gritando con mucha efusividad mientras reía a
carcajadas.
—¡¡Al fin puedo ver el fruto de todos estos años de esfuerzo y
dedicación!! ¡¡Por fin mis planes tuvieron su recompensa!! ¡¡Mira,
Nordok!!... ¡¡Levántate de ahí y observa mi gloria!!
El magnate observaba los destrozos y disturbios de Paronia desde
una gran pantalla holográfica. Las imágenes eran de las cámaras en las
calles de la isla. Tanto él como el coloso se encontraban en un imponente
edificio, el cual había sido construido durante muchos años para ser
utilizado como base. La estructura tenía una altura de cincuenta pisos,
estaba fuertemente resguardada y se hallaba rodeada de otros rascacielos.
Desde sus inmensas ventanas, blindadas y polarizadas, se podía observar
casi toda la ciudad de Gani.
Nordok estaba sentado en un sofá al lado de Caluti, todavía un poco
aturdido. Había otras personas detrás de ellos, a las que se les veía
caminando de un lugar a otro mientras hacían llamadas y ordenaban o
recibían mandatos. Una vez que el titán recuperó el conocimiento, preguntó
con su peculiar y rugiente voz.
—Señor... ¿Dónde están Kun, Lucas, Lu y los demás?
Caluti dejó de sonreír, este guardó silencio un momento y se tornó
serio.
—Esos chicos me traicionaron... Tú eres el único que se quedó a mi
lado.
—Yo... no recuerdo nada —comentó Nordok mientras se tocaba la
frente. Entonces añadió—: Ni siquiera sé cómo llegamos aquí... ¿Dónde
están el doctor Magnus y la señorita Návila?
Antes de que Caluti pudiera responder, una de las empleadas
interrumpió la conversación
—Señor Francisco, ya hemos redactado y publicado las notas
periodísticas. En cuanto a los empresarios, un 80 % de estos ha cedido. El
resto se rehusó a colaborar y formarán un ejército en Lamkar con la
finalidad de hacer frente a los del norte.