—¡¡¡Papáááááááá!!! —gritó Abigail entre sollozos, mientras veía la
sangre de su padre salpicar y manchar todo el lugar.
Cloe palideció, quedando totalmente en shock y sin poder moverse.
Ella temblaba de miedo y se aceleraron los latidos de su corazón. La boca
del tigre se teñía de rojo mientras que Zilak gritaba adolorido pidiendo
ayuda. De repente, el felino salió volando por los aires, quedando
completamente pulverizado.
El que disparó había sido Lu. El chico sostenía una pistola de
plasma con ambas manos. Este estaba en compañía de Esmeralda, Cleman,
Belton y Návila, quienes habían estado observando la situación.
—¡Bien hecho, muchacho! —Lo felicitó el detective Cleman.
Esmeralda corrió rápidamente hacia el padre de Abi.
—¡Le aplicaré el SRI!
La chica presionó el artefacto sobre el cuello de Zilak, y este
comenzó a convulsionar con violencia.
—¡Návila, ven aquí!... ¡Apresúrate!
—¡A tu orden!
Al llegar, ella sujetó al hombre para que este no se autolesionara.
—¿¡¡¡Qué le están haciendo a mi esposo!!!? —exclamó Susan,
completamente desgarrada al ver el estado de su marido.
El detective Cleman corrió y la agarró con fuerza para tranquilizarla.
—¡¡No lastimen a mi padre, por favor!! —gritó Abigail corriendo
desesperada hacia Esmeralda y Návila.
La chica lloraba desconsolada, mientras que Cloe simplemente
seguía temblando sin creer todo lo que estaba pasando.
—¡Él estará bien! —Belton consoló a la joven rodeándola entre sus
brazos—. ¡Nosotros hemos venido a ayudarlos!
Al oír eso, Abi cayó lentamente de rodillas, eso en tanto observaba a
su padre en el suelo. Ella veía cómo este se hallaba envuelto en un charco
viscoso formado por su propia sangre. Lu terminó de examinar los restos
calcinados del tigre, entonces se acercó a los demás luego de verificar la
zona.
—Este hombre perdió demasiada sangre, pero creo que podrá
recuperarse —comentó el gemelo.