las noticias.
—¡Pero! ¡¿Cómo!? ¡Nosotros fuimos al entierro y vimos su ataúd en
el cementerio! —Le replicó Susan, quien luego añadió—: ¡Había cinco
ataúdes!... ¡Yo los vi!
—Sí, habíamos visto el ataúd, pero jamás vimos el cuerpo —
respondió Zilak con seriedad.
—¡Qué turbio! —comentó Lucas desde atrás.
—Tú lo has dicho, joven de Pligia. Sinceramente me asusta lo fácil
que puede ser fingir un entierro —confesó Zilak al final.
En ese instante Morgan se incorporó y se sentó sobre la cama con
una expresión más seria.
—Señor y señora Socich..., yo puedo explicarlo todo, pero... ¿cómo
llegaron hasta aquí?
Antes de que ellos respondieran, se escucharon unos golpes en la
puerta de la habitación, con gritos de voces femeninas oyéndose desde los
pasillos.
—¡¡Quiero ver a mi hermano!!... ¡¡Lo quiero ver ahora!!
—Señoritas, ya les he dicho que en este momento el joven Morgan
no se encuentra disponible —explicaba Návila mientras que la puerta se
abría detrás de ella.
—¡No me importa! ¡¡Soy su novia y tengo derecho a verl...
Sin siquiera terminar su frase, Abigail enmudeció cuando vio a
Morgan en la cama. Ella se frotó los ojos para asegurarse de que no era una
ilusión.
—¡¡Cloe!! —gritó él al ver a su hermana. Entonces saltó de su lecho
y fue corriendo hacia ella.
—¡¡Morgan!! —exclamó ella con lágrimas mientras corría a su
encuentro.
Ambos se juntaron a mitad de camino y se dieron un fuerte abrazo
en el centro de la habitación. Las piernas de Cloe se debilitaron de la
emoción, por lo que lentamente se arrodilló en tanto su hermano la sujetaba.