—Chicos... —El limario se incorporó lentamente con la ayuda de
Samuel y de Lu—. ¿Cuánto tiempo estuve dormido? Y...
Morgan vio a dos personas paradas a unos metros. Al principio no
reconoció las siluetas, pero al enfocarse bien en ellos, tuvo la fuerza para
preguntar.
—¿Señor... y señora... Socich?
El joven parecía comprender la situación, así que sonrió y volvió a
reposar la cabeza sobre su almohada. En ese momento cerró los ojos.
—Ya veo..., este debe ser otro sueño.
Kun tomó una almohada de la otra cama y lo golpeó con fuerza en
el abdomen.
—¡No es un sueño, idiota!... ¡Estas personas aparentemente te
conocen! —Le gritó el pelirrojo.
Tras el golpe, Morgan se levantó súbitamente y miró con rapidez a
los padres de Abigail. El chico se frotó los ojos solo para estar seguro de lo
que veía.
—¿Morgan?... ¿En verdad... eres tú? —El hombre se acercó poco a
poco—. Yo soy Zilak Socich, y ella es mi esposa Susan... ¿Nos recuerdas?
El limario se mantuvo en silencio. Este no respondió, sino que solo
se limitó a observarlos con incredulidad.
—¡¡Querido!! ¡¡En verdad es Morgan!! —exclamó Susan con
lágrimas de felicidad. Ella se cubrió la boca con las manos temblorosas, y
agregó—: Él realmente está vivo.
Después de decir eso, la mujer se acercó al chico y palpó sus
mejillas con asombro.
—¿¡Cómo!?... ¡¿Cómo es que sigues con vida?! —preguntó
emocionada.
—Yo...
Morgan no pudo terminar de responder porque el señor Zilak lo
interrumpió.
—Cariño, ahora que lo pienso, el cuerpo del chico nunca se
encontró en el lugar del accidente..., y tampoco se mostraron sus fotos en