—¡¡¡Eso hago!!!
En ese punto, ella ya se había quebrado completamente. De repente,
Morgan dejó de hablar, simplemente dejó de insistir. Un silencio inundó la
habitación, entonces la chica miró sorprendida hacia el frente. Ella observó
el rostro devastado del limario, quien veía perdidamente hacia el cuerpo de
su amigo. Esmeralda bajó lentamente la vista en dirección a Samuel,
intuyendo lo peor.
—¿Sam?... ¡¡¿Sam?!! —La joven ya no podía hacer nada—.
¡¡¡Samuel, responde por favor!!!... ¡Sam!, no me hagas esto...
Esa fue la primera vez que todos la escucharon sollozar. Ella siguió
exigiendo con lágrimas de angustia y un clamor desgarrador.
—¡¡¡Sam!!! ¡¡Carajos!! ¡¡¡Levántate!!!... —exclamó Esmeralda
reposando su mejilla contra el pecho ensangrentado del muchacho. De
repente ella también dejó de gritar. Simplemente agregó en voz baja—: Tú
eres... la única familia... que me queda.
Después de ese leve susurro, la chica se acordó de aquella
conversación que tuvo con el joven, cuando le dijo: “¡tranquilo!... Si me
tienes cerca, no morirás. Lo prometo”. Al recordar eso, ella comenzó a
llorar de rabia e impotencia, acompañada de las vibraciones y explosiones
del exterior.
Morgan estaba llorando silenciosamente y de rodillas. Este extendió
la mano para cerrar los ojos de Samuel, y después de hacer eso, se levantó
en silencio y se secó las lágrimas. En ese momento apretó sus puños con
furia y activó su casco, entonces salió con violencia hacia el exterior.
—¡¡Hermano!! —gritó Cloe con lágrimas al verlo salir de esa
manera tan abrupta.
Lu miró la escena con lamento. Abigail y su madre se acercaron al
cuerpo de Zilak y lloraron amargamente a su lado.
—¿Hemos viajado tantos kilómetros... solo para morir aquí? —
preguntó Susan, totalmente devastada.
Esmeralda levantó la cabeza y dejó de llorar. Tanto en su rostro
como en su traje y en su cabello, se podía observar la sangre de Samuel. Lu,
muy avergonzado, se acercó a ella para hacerle una confesión.