El pelirrojo lo miró sorprendido. El limario le explicó.
—Ya no intentes convencerlo..., pues no vale la pena hablar con
estas escorias.
El joven dio unos pasos al frente y alzó la voz.
—¡Yo no asesiné a Návila! ¡Pero con gusto la mataré una vez que
acabe contigo!
—¡¡¿Qué dijiste, infeliz?!! ¡¡El único que morirá aquí eres tú!! —
Nordok mostró sus feroces garras—. ¡¡Y serán estas manos las que te
matarán!!
—¿Los disparamos, general? —preguntó uno de los soldados.
—¡¡No!! ¡¡No hagan nada!! —Les ordenó el coloso levantando el
antebrazo y cerrando el puño.
Los militares obedecieron la señal, entonces el titán siguió
exclamando.
—¡¡Yo mismo me encargaré de estas ratas!!... ¡¡Ahora verán quién
es el guerrero más fuerte!!
—Eso está por verse —dijo Morgan activando su casco y
posicionándose para pelear. Kun también hizo lo mismo.
Nordok saltó unos veinte metros y luego cayó de forma abrupta
sobre ellos. Kun reaccionó rápidamente arrojándose hacia la izquierda,
mientras que Morgan lo hizo hacia la derecha. Debido a la potencia del
impacto, una inmensa polvareda se formó en tanto se abría una grieta en el
suelo. El coloso se lanzó a ciegas contra Morgan, y este no lo vio venir a
causa del polvo a su alrededor. Entonces el titán lo tomó de las piernas sin
perder el tiempo.
—¡¡Demonios!!... ¡¡No veo nada!! —exclamó Kun intentando
divisar las siluetas de Nordok y de su compañero.
En ese instante se escucharon potentes rugidos de furia, junto a una
serie de golpes consecutivos, mientras que más y más nubes de polvo se
levantaban. Kun y los soldados no veían lo que sucedía. El titán zarandeaba
con violencia el cuerpo de Morgan, sujetándolo de las piernas y azotándolo
una y otra vez contra el suelo.
Lo único que el limario podía hacer, era intentar no perder el
conocimiento. Y aunque él no sentía dolor gracias al traje endurecido, sí