eso, recordó las palabras de Caluti, quien, antes de salir de Gani, le dijo: si
ves que el titán está siendo acorralado, ordena a tus compañeros que
disparen. Que no te importe si el coloso está en la mira, tú solo ordena el
fuego.
—¡Continúen!... ¡¡Dispareeeeen!!
—¡¡¡Qué carajos!!! —exclamó Kun perdiendo el equilibrio y
cayendo al suelo.
Nordok también cayó de rodillas en tanto tosía y recuperaba el
aliento, mientras que Morgan y el pelirrojo se cubrían de las granadas y los
proyectiles que explotaban a su alrededor. Nuevamente una polvareda llenó
completamente el lugar.
El soldado ordenó expectante el cese al fuego, y un silencio inundó
el ambiente. De repente, Kun sintió que alguien lo tomaba de la cabeza y de
las piernas. Era Nordok, quien intentaba desmembrarlo con mucha rabia,
pero el traje de grafeno era demasiado duro incluso para él.
Morgan observó esa situación e inmediatamente se lanzó contra el
gigante, haciendo que ambos rodaran violentamente en dirección a los
militares, y logrando a su vez liberar a Kun, quien cayó a tierra durante el
trayecto.
Asustado, el soldado ordenó nuevamente el fuego, pero nadie le
hizo caso. Él miró confundido hacia atrás, y vio cómo sus compañeros
corrían por los alrededores, pues sabían que Morgan y Nordok se acercaban
rápidamente hacia ellos.
El militar volvió a mirar al frente, muy enojado con sus camaradas,
y debido a la velocidad con la que el limario y el coloso avanzaban, este no
tuvo tiempo de esquivarlos y terminó siendo impactado por ambos.
Los dos se propinaban golpes y se cubrían mientras daban vueltas en
la tierra verdosa. De repente dejaron de rodar, entonces Morgan le lanzó un
golpe certero en la frente, aturdiéndolo por un instante. Los militares
volvieron a disparar contra los dos, sin embargo, el limario tomó una de las
piernas de Nordok, y con ambas manos comenzó a girarlo violentamente
contra sus propios compañeros.
Esa acción produjo la muerte de una veintena de ellos, y los que
sobrevivieron corrieron con temor hacia los arbustos.