—El hecho de tener un aliado ya es de mucha ayuda para mí, pues
por alguna razón mi padre no me contesta.
—Qué raro, ¿él dónde se encuentra ahora? —Posiblemente en su
farmacéutica. Mi padre se llama Arturo Caluti.
—¡No puede ser! ¡¿Eres hijo del dueño de la Farmacéutica CalutI?!
—Sí, ¿lo conoces?
—No, simplemente lo relacioné con el nombre de la farmacéutica.
Posiblemente tienen mucho dinero.
—Sí, algo por el estilo... ¡Ah! ¡Eso me recuerda! —Morgan
presionó su reloj holográfico, e inmediatamente ingresó a su cuenta
bancaria—. Quiero darte un pequeño adelanto por ayudarme, ¿cuánto
dinero necesitas?
—No, no es necesario —dijo Samuel agachando con timidez la
cabeza y acomodando sus lentes.
—¿1800 lits te parecen bien?
—¡¿Q-Qu... Quééé?! —Él se apartó con sorpresa—. ¡P-Pe... Pe...
Pero eso es demasiado! ¡Viviría como tres meses con esa cantidad!
—Shhh ¡Baja la voz! —susurró Morgan, quien extendió su mano
para cerrar el trato—. Estoy seguro de que podrás comprar muchos aparatos
tecnológicos con este dinero.
—E-Esta bien —dijo Samuel estrechando la mano.
—Dime la clave de tu cuenta, depositaré el dinero.
—D-De acuerdo —respondió el chico un poco avergonzado.
El reloj del joven hizo un pequeño sonido. Él, extendiendo su
muñeca y pulsando un botón, vio en la pantalla azul holográfica cómo el
dinero se había transferido a su cuenta, haciendo que los ojos le brillaran de
alegría.
—Listo —dijo Morgan.
—¡B-Bien! ¿Qué es lo que debo hacer? —susurró.
—Primero, para que no me reconozcan necesitaré cambiarme de
ropa. A estas alturas posiblemente la policía ya está buscándome.
Samuel cogió su mochila y sacó una sudadera de color azul marino.
—¿Esto te servirá?