SUB UNO DEO

(Jud Rampoeng) #1

Capítulo 7: Oráculo
Una espesa niebla envolvía Roma en un velo de promesas rotas. Yo, Titus, cojeaba hacia el
Templo de Júpiter, acompañando a Lucius Marcius. Mi ceceo traicionaba mi ansiedad
mientras el oráculo, con ojos velados, proclamaba: “Júpiter ha elegido a César para unificar,
consolidar y expandir el imperio. Una sola lengua y un solo dios; la República debe ceder”.
César, sosteniendo un denario con Júpiter, sonrió, su carisma sofocando el aire. Lucius,
visiblemente molesto, replicó: “Un oráculo ‘comprado’ no es la voz de los dioses”.
Rumores sobre el culto a Astarté y a los dioses galos flotaban como ecos lejanos. El poder
del victorioso César los apagaría utilizando el trueno de Júpiter.
Pagué un denario por una ofrenda de libum y vino agrio, mientras un esclavo le servía
mulsum a Lucius, que bostezaba para relajar su tensión y gran preocupación por el nuevo
rumbo que había tomado Roma, bajo el timón de César. Un petirrojo trinaba entre las rosas
y las malvas, pero el templo olía a traición.
Mis versos, teñidos de miedo, surgieron:
Oraculum mentitur, Roma frangitur,
Caesar regnat, Juppiter fallit.
Passeres cantant, ego taceo().
(
)El oráculo miente, Roma se quiebra, César reina, Júpiter engaña.
Los gorriones cantan, yo callo.
En el Foro, el cálido sol iluminaba puestos de fruta, garum, y pan de cebada. Pagué un as
por un par de sandías, y andé sobre las losas brillantes con mi cojera torpe, cuando Safira
apareció. Su cabello con jazmín, su perfume de mirra cortaban el aire. “Titus”, dijo, “en Siria,
los dioses no se compran. César corrompe hasta la tormenta”. Partió un pastel de azafrán,
su dulzura opuesta al garum romano. Mencionó algo, que he olvidado, sobre el culto a
Astarté, e insistió: “La tolerancia salvará a los pueblos”. Mi ceceo respondió: “Sssafira, no
sssoy del todo libre. Mi juramento me ata”. Su mano rozó la mía, reavivando nuestro amor
en el Tíber.
Las garzas africanas graznaban. Un cerdo de pelo oscuro asomó entre las coles apiladas
por un mercader.
Yo escribí, con los jazmines como testigos:
Oculi Syri, corda liberant,
Veritas floret, Roma cadit.
Jasmina spirant, ego claudico().
(
)Los ojos de Siria liberan el corazón,
La verdad florece, Roma cae.
Los jazmines respiran, yo cojeo.

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