Revista JAM IN Nº2

(jaminmag) #1

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muy discreta, dando preferencia al modo menor^4. Por cierto sería
muy desacertado juzgar esas creaciones musicales de los niños
según nuestras normas estéticas, y mucho más el imponerles la
música de los adultos^5 , sin la adecuada preparación o dosificación.


Se ha dicho que la música, para el niño, no es nunca una cosa
aparte, sino que es siempre parte de la vida. “La música para un
niño es algunas veces un sentido individual, y algunas otras el de
un grupo”, dice Stokovski^6. Y él mismo anota que “a menudo, los
niños asocian la música a la danza”.


Más frecuente que la creación es, por cierto, la imitación. “El
niño, escribe R. Münich, sometido a impresiones musicales y
estimulado por el afán de imitación, tiende a repetir las melodías
parciales y completas que ha escuchado, así como a marcar con
los pies y las manos los ritmos percibidos, iniciando de este modo
su compenetración con la rítmica usual, el sistema tonal dominante
y las formas musicales más sencillas”.


4 Desde tiempos de la Colonia, los europeos catalogaron a la música ancestral
andina como música triste, por la asociación que ellos hicieron con la tonalidad
menor del sistema occidental; tal afirmación se aceptó entre los ecuatorianos sin
cuestionamientos hasta finales del siglo XX. Sin embargo, en la actualidad se reconoce
que el hecho de que una obra esté inserta dentro del modo menor, no significa que
sea de naturaleza triste, melancólica, como es el caso por ejemplo, del
pasacalle ecuatoriano El Chulla Quiteño, que es totalmente festivo, así como lo es la
mayoría de música tradicional ecuatoriana, concebida mayormente para acompañar la
fiesta y el baile populares (N del E).
5 Recientemente se han intensificado campañas a través de las redes socieles, en
contra del uso de música de reggaetón en las fiestas infantiles (N del E).
6 Seguramente se refiere al afamado director de orquesta británico Leopold
Stokowsky (1882-1977).

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