Estos cambios se relacionan con la forma de vida que se llevaba en el país de origen, quién se
era allí. Cómo se vivía, dónde, con quién, familia, relaciones, comunidad, etc.; con la forma de vida
que se lleva en el país de destino; con los recursos y habilidades personales; con los acontecimien-
tos vitales que se vivan; con los apoyos con los que se cuenten, etc.
Migrar plantea oportunidades y también implica pérdidas. Se trata de reconsiderar y avanzar en
el propio proyecto personal de vida, protagonizando la propia vida, una vida valiosa e irrepetible.
Entre quienes emigran suele darse un cierto balance entre aspiraciones y logros, sueños y realida-
des, entre lo que se quiere para sí y lo que se vive hoy.
Se plantea el duelo migratorio como conjunto de acontecimientos que implican pérdidas y nece-
sitan reajustes. Suelen darse condiciones de vida difíciles y trabajo duro. Se producen separacio-
nes, tensiones lingüísticas, nuevos modelos y valores socioculturales, nuevos recursos y servicios
con distintas pautas de utilización, cambio de tierra, de clima, paisaje, temperatura, humedad, llu-
via..., nuevas formas de convivencia, nueva vivienda...
Y todo ello en un contexto de globalización del mercado, de regulación de empleo, de cambios
socioculturales, etc.
Las principales necesidades que se detectan se pueden agrupar en torno a las siguientes áreas
de necesidades:
· La experiencia de migrar. Se necesita trabajar más la migración como transición vital y cri-
sis psiocosocial, los factores socioculturales, familiares y personales relacionados con la
situación de quienes migran, los recursos existentes...
· Autocuidados. Se necesita desarrollar conocimientos, actitudes y habilidades prácticas de
autocuidados físicos, emocionales y relacionales útiles para afrontar esta etapa de su vida, y
conocer los servicios de salud y la forma de utilizarlos:
· Proyecto de vida. Se necesita repensar y redefinir su proyecto personal de vida ahora que
se van estableciendo en la nueva situación.
Cuidar y cuidarse
La experiencia de cuidar supone establecer una relación interpersonal de ayuda con otra per-
sona que está viviendo la experiencia de la enfermedad y/o incapacidad. En su conjunto consti-
tuyen realidades humanas muy complejas y de una gran vulnerabilidad. Las principales necesida-
des que se detectan en las personas cuidadoras se pueden agrupar en torno a las siguientes
áreas de necesidades:
· La situación de la cuidadora y la situación de la persona cuidada. Se necesita comprender,
elaborar y aceptar las propias experiencias que van viviendo, reconciliarse con la situación
de enfermedad y comprender la situación de la persona cuidada.
· Cuidados a proporcionar. Se necesita conocer y aprender detalladamente habilidades para
proporcionar cuidados respecto a la alimentación, higiene, movilización,... entendiendo
que estos son los cuidados más directos pero que realizan también cuidados instrumentales
(cocinar, lavar, limpiar, etc.) y cuidados más emocionales, apoyo emocional, escucha,... para
los cuales a veces también necesitan desarrollar recursos y capacidades.