DE_2009_salud_cardiovascular

(tlittels) #1
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Capítulo 62


Dieta mediterránea y prevención

cardiovascular: mito o realidad

Dr. Juan Manuel Ruiz Liso
Médico especialista en Anatomía Patológica. Jefe de Servicio de Patología del Complejo Hospitalario de Soria


Dr. Juan Ruiz García
Médico residente de Cardiología. Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid


Una cultura de vida


Una de las dietas más integrales y saludables, reconocida
internacionalmente, surgió de los pueblos ribereños del
mar Mediterráneo hace muchos siglos. Las circunstancias
geográficas, históricas, culturales y de comunicación que
secularmente han tenido los países bañados por el Mare
Nostrum han permitido configurar un patrón gastronó-
mico muy variado que no se circunscribe únicamente a la
alimentación, sino que también incluye el estilo de vida
de sus gentes. Hay que ser conscientes de que una vida
saludable se consigue con algo más que una dieta, por
muy mediterránea que sea. En pleno siglo XXI es necesario
hablar de dieta y cultura mediterráneas.
En España se ha considerado durante años (y aún
hoy persiste la idea) que la dieta mediterránea consistía
en comer paella, pescado, naranjas y poco más. Día a día,
la sociedad está siendo invadida, cada vez más, por las
comidas rápidas y los platos preparados de lo que podría
llamarse erróneamente la cocina del desarrollo. Ha pasado
al olvido el uso de la cuchara y se ha vuelto otra vez a la
utilización primitiva de las manos.
Un reciente estudio sueco, con más de 24.000 muje-
res participantes, demuestra los beneficios derivados de la
dieta y la vida saludables. Según los autores, una dieta de
bajo riesgo, caracterizada por un alto consumo de verdu-
ras, frutas, cereales, pescado y legumbres, en combinación
con una moderada ingesta de alcohol (5 g diarios como


máximo) y con conductas de vida saludables (no fumar,
practicar ejercicio todos los días y mantener un peso nor-
mal), llega a disminuir un 92% el riesgo de padecer un pro-
blema cardíaco agudo, en comparación con aquellas muje-
res que no siguieron ese patrón saludable. Pero, ¿cómo se
descubre o se recupera la dieta mediterránea?
Hay que remontarse al año 1952, situarse en
Nápoles (Italia) y seguir al científico americano Ancel Keys,
de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), que
había observado cómo, a diferencia de su lugar de residen-
cia, en algunos países del norte del Mediterráneo no había
prácticamente casos de enfermedades cardiovasculares, y
que el infarto de miocardio era un proceso raro. Keys des-
cubre en Nápoles el tipo de alimentación que seguía la
mayoría de sus habitantes, basada fundamentalmente en
una rica comida de vegetales regada con aceite de oliva
y acompañada de un buen trozo de pan. El matrimonio
compuesto por Ancel y Margaret Keys encuentra no sólo
una buena dieta, sino toda una cultura y una forma de vida
saludables en las que se incluye una serie de alimentos. En
el conocido Estudio de los siete países se pusieron de mani-
fiesto los beneficios de la dieta mediterránea sobre la salud
y la prevención de la enfermedad coronaria.
Hace once mil años, en el extremo oriental del Mare
Nostrum, comenzaron a producirse importantes variacio-
nes en la forma de vivir y comer del ser humano. Los cam-
bios fueron lentos y se iniciaron con la domesticación de
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