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(rjguadog) #1

EL FONTANERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES


—Mira, Inés, aquí falta emoción. ¿Y por qué? ¡Porque no estás casada! Si
tuvieras un marido irritable, celoso, con armas en casa y un pasado en la Legión
Extranjera...
—Me casaré, fontanero —aceptó ella—. Me casaré —repitió—. Con un hombre
temible, ya verás, que reafirme su moralidad varonil mediante la violencia gratuita
y desmesurada. Pero te aseguro, fontanero, que jamás olvidaré tu nombre.
Y el fontanero se marchó con paso firme, tornándose más pequeño conforme se
alejaba y desapareciendo tras el horizonte.
Primavera tras primavera, Inés reproducía esos recuerdos y los alteraba
convenientemente. Imaginaba que se despedía apasionadamente de aquel caballero
en el lugar más hermoso de Alicante, imaginaba que él era un caballero, imaginaba
que había algún lugar hermoso en Alicante. La primavera de 1994, sin embargo,
sería distinta. Sus relaciones con el fontanero volverían a tener la insulsez que
solamente la realidad posee.
Con la mirada acaso perdida entre las ondas del Mediterráneo, movió con ilusión
el dial de su teléfono L.M. Ericsson. ¡Tenía una gran noticia que comunicar!
La privilegiada localización del piso, en primera línea de playa, suscitaba la ira
de muchos ecologistas que, incapaces de agenciarse una vivienda en las mismas
condiciones, pedían que se demoliera el edificio. Que si rompía el paisaje, que si la
adjudicación fue indebida, que si estaba mal construido y por cualquier explosión
de gas se iría abajo... El odio de los envidiosos era música de Yoko Ono^1 para los
oídos de Inés.
Básicamente, la noticia consistía en que ella tenía un piso nuevo, amplio, con
vistas al mar desde los dormitorios, y un marido.

El autónomo estaba ansioso por saber tanto como fuera posible sobre el esposo
cornudo en potencia. En toda su carrera como fontanero no había recibido más que

(^)
(^1) Parte instrumental.

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